quarta-feira, 28 de abril de 2010

Falsa igualdad

El Ministerio de Igualdad es una apuesta de Rodríguez Zapatero cuyas ocurrencias sin sentido salen muy caras al Tesoro Público en esta época de crisis. La última singularidad de Bibiana Aído consiste en imponer a las empresas privadas una especie de «comisarios» de igualdad, encargados de velar porque se acabe la «brecha de género» que impide a las mujeres desarrollar su vida en plenitud. Bajo esta retórica vacía de contenido se ocultan una serie de puestos de trabajo cubiertos en buena parte por mujeres afiliadas al feminismo radical y, por supuesto, afines al PSOE y a la izquierda en general. Así pues, «agentes» y «promotores» de la igualdad de oportunidades verán reforzadas sus competencias, incluyendo a la profesión en el catálogo nacional de ocupaciones y buscando un espacio propio en el sector privado al que -de momento- apenas tienen acceso. Al margen de lo anecdótico, estamos en presencia de una nueva muestra de que este Gobierno malgasta su tiempo en ocurrencias menores y busca alguna actividad para los amigos, sin provecho alguno para el conjunto de la sociedad.

Lo último que les faltaba a las empresas en la situación actual es la imposición de un control a cargo de estos comisarios dispuestos a denunciar cualquier discriminación real o imaginaria. La igualdad del varón y la mujer es un objetivo irrenunciable en una sociedad madura y desarrollada, pero las vías para alcanzar ese objetivo son la educación, el talento y el reconocimiento del mérito y la capacidad, muy lejos de las cuotas, las coacciones o los dogmatismos ideológicos.

Rodríguez Zapatero prefiere hacer guiños al feminismo más tópico y anticuado en lugar de impulsar planes de recuperación económica para fomentar el empleo, que beneficiarían tanto a hombres como a mujeres. Por esta vía, lo único que consigue es dar satisfacción a unos pocos e irritar al conjunto de la sociedad, que sufre las consecuencias de la crisis sin distinción de sexo o de cualquier otra condición personal. El Ministerio que dirige Bibiana Aído demuestra una vez más que es absurdo, caro y perfectamente inútil.

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