Cuando era estudiante recuerdo haber visto en los pasillos de la Universidad a alguna monja con su toca y nadie se escandalizaba. Entonces España, es cierto, era un país confesionalmente católico y, ahora, no lo es. Pero nuestra Constitución, no sólo respeta sino que ampara la manifestación pública de la creencia religiosa. Francia es un país laicista sin tinte religioso. El Reino Unido, en cambio, es una monarquía teocrática y la reina es la Jefa de la Iglesia anglicana. España es, por el contrario, una nación laica, pero no laicista, como nos enseñarían los profesores Ollero o de la Hera.
Se equivocan, pues, quienes afirman que los centros escolares tienen autonomía para decidir sobre la simbología religiosa. También creo que yerran quienes creen que el derecho a la educación debe primar sobre cualquier otro. El debate está servido pues no existe una norma estatal que regule las manifestaciones religiosas en centros escolares o universitarios. ¿O acaso no es compatible que los chicos vayan con un crucifijo en la solapa o con kipá, los curas con alzacuellos, y las chicas islámicas con velo? El obispo Martínez Camino, secretario de la C. E. Española, ha puesto una nota de sentido común. Y es, desde luego, desde el sentido común como hay que resolver este tema. O sea, ¿una chica puede ir con minifalda enseñando el tanga y el chico con vaqueros mostrando la raya del culo, y una muchacha islámica no se puede cubrir la cabeza? En fin, a mí lo del tanga me puede gustar o no, lo del trasero menos, pero, que quieren que les diga, lo del velo, como comparación, me parece hasta más decente. Sigamos: hacer deporte con velo me parece antihigiénico, como jugar al futbol con sotana -cosa que ya no se estila- o al baloncesto vestidas de monja. Pero que cada cual vaya, sin que suponga un desafío a los derechos humanos -el insultante burka, por ejemplo- como con discreción quiera. Si hay sensatez no habrá problemas.
Jorge Trías Sagnier
www.abc.es
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