«Israel será victima de la geografía y la demografía», profetizó De Gaulle, indicando que no podría resistir la presión del mundo árabe circundante, con una natalidad muy superior a la suya. Pero Israel no sólo ha resistido ambas presiones, sino que ha acumulado victoria tras victoria hasta convertirse en la primera potencia del Oriente Próximo, sin que ningún país de su entorno, o todos juntos, puedan hacerle frente.
Lo que puede llevarle, paradójicamente, a la derrota. De seguir usando su potencia en toda su amplitud y en cuantas ocasiones se ve desafiada, esa misma fuerza se volverá contra él. Ya está ocurriendo. Es verdad que a sus enemigos les basta ganar sólo una batalla para aniquilarle, mientras Israel tiene que ganarlas todas para no desaparecer. Pero en el mundo global en que vivimos, quien mira sólo sus intereses particulares sin tener en cuenta los del conjunto termina inevitablemente condenado al ostracismo. Recuerden la Sudáfrica del apartheid. Es lo que vienen advirtiendo dentro de Israel sus espíritus más sensibles.
En un mundo global no hay soluciones individuales y el problema palestino viene envenenando las relaciones internacionales desde la división de aquel territorio. Es lo que impide la aproximación de Occidente y el islamismo moderado, lo que hace imposible que la Autoridad Palestina controle a su pueblo y lo que ha convertido Gaza en un fortín de Hamás, una organización terrorista. «La flotilla buscaba romper el bloqueo de Gaza», alega el gobierno israelí para justificar el asalto de sus comandos a la misma. Pero es que el problema viene precisamente de tener Gaza bloqueada. En el siglo XXI, no se puede tener a millón y medio de personas encerradas en un gueto. Gaza es hoy un barril de pólvora listo a estallar, para contento de los extremistas.
Israel ha creído que, con el respaldo de los Estados Unidos, podría resistir el acoso no ya del mundo árabe, sino de todo el mundo. Hasta ahora lo que conseguido, gracias a la carta blanca que le dieron todos los presidentes norteamericanos para defenderse. Pero Estados Unidos tiene otras prioridades que la defensa de Israel y Obama ya ha mostrado interés por una política más equilibrada en el Oriente Próximo. E incluso si Israel sigue teniendo luz verde de Washington, ¿qué ocurrirá cuando Estados Unidos deje de ser la única superpotencia, cuando China o India empiecen a regir los asuntos mundiales? Ellas no tienen mayor interés en preservar el Estado de Israel, ni la mala conciencia de los cristianos hacia los judíos.
Quiero decir que el primer interesado en hallar una solución justa, equilibrada al problema palestino es Israel. Luego, nosotros. Ni los judíos pueden volver a ser el pueblo errante, sin patria ni derechos por el mundo. Ni pueden serlo los palestinos.
José María Carrascal
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