Gran parte de la actual confusión política proviene de errores, a menudo muy groseros, sobre nuestra historia reciente, errores cultivados sistemáticamente por la izquierda y aceptados pasivamente por una derecha que podríamos llamar gurteliana, por su excesiva fijación con la economía. |
He aquí algunos de esos errores:
1. La república fue una iniciativa de la izquierda
La marcha de Primo de Rivera dio lugar a un proceso de transición a un régimen constitucional. Fueron los derechistas Alcalá-Zamora y Miguel Maura quienes lograron reunir a las dispersas fuerzas republicanas en el Pacto de San Sebastián. Y fue sobre todo Maura quien, después de las elecciones municipales del 31, arrastró al resto de los republicanos a ocupar el poder. Maura y Alcalá-Zamora, quizá por su origen monárquico, eran los más conscientes de la quiebra moral de la monarquía. El también derechista general Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, fue quien dio el golpe de gracia al régimen, al ponerse a disposición de los republicanos. La república llegó, pues, por iniciativa y dirección derechista, aunque la mayor parte de sus fuerzas tuviera carácter izquierdista.
2. La república llegó democráticamente
En el Pacto de San Sebastián los republicanos se propusieron traer el nuevo régimen mediante un golpe militar, que fracasó en diciembre de 1930. Pese a ello, la monarquía les permitió presentarse a las siguientes elecciones, de carácter municipal, con vistas a otras posteriores a Cortes. Las municipales, perdidas abrumadoramente por los republicanos, salvo en las capitales de provincia, fueron transformadas en un verdadero golpe de estado por Maura, en primer lugar, y enseguida por Romanones y Sanjurjo. Pero fue un golpe dado al mismo tiempo por la monarquía contra sí misma. Es más, la parte principal del golpismo correspondió a una monarquía moralmente derrumbada, que entregó mansamente el poder a sus enemigos. Así, la república no llegó democráticamente, pero sí con legitimidad: la que le regalaron (palabra de Maura) los monárquicos.
3. El PSOE se integró en la república "burguesa"
Por ser el PSOE el partido más fuerte y mejor organizado, gracias su anterior colaboración con la dictadura de Primo de Rivera, de su actitud iba a depender el destino de la república. En contraste con su moderación durante la dictadura, el PSOE se radicalizó; entendió la república burguesa como un mero instrumento para imponer cuanto antes su propia dictadura, que llamaba "del proletariado". El modelo era la URSS de Stalin, entonces muy prestigiada en casi toda la izquierda. A ello se opuso Julián Besteiro, quien fue progresivamente marginado dentro del partido. Con dicha idea, el PSOE participó en el poder durante el primer bienio republicano, que fracasó debido a las insurrecciones anarquistas y a la pésima realización de las reformas propuestas. El sector socialista predominante, el de Largo Caballero, interpretó ese fracaso como el agotamiento de las posibilidades de la democracia burguesa, y se planteó ya directamente el asalto revolucionario al poder. Prieto, que pudo equilibrar la tendencia apoyando a Besteiro, siguió a Largo, decidiendo la deriva del partido.
4. Los republicanos eran todos o casi todos de izquierda
Los partidos propiamente republicanos burgueses de izquierda, varios y desavenidos, tenían muy poca representatividad electoral. El único partido republicano con masas de seguidores era el Radical, de Lerroux, que adoptó una política moderada y en la práctica derechista. Varios de sus principales políticos serían asesinados por el Frente Popular, y el propio Lerroux y, probablemente, la masa de sus seguidores apoyarían a Franco, al igual que los padres espirituales de la república, Ortega, Marañón y Pérez de Ayala. Los republicanos de izquierda, Azaña en primer lugar, se hicieron la ilusión de que dirigirían a los socialistas. Pero estos, mucho más poderosos y con designios más claros, les arrastraron a ellos.
5. La república tuvo carácter izquierdista
Tuvo ese carácter el primer bienio, pero el segundo, 1934-35, llegado tras las elecciones de 1933, fue de carácter derechista. La propaganda de izquierdas lo ha bautizado como "bienio negro", pero en él empezó a recuperarse la economía y aumentaron los presupuestos de enseñanza, y la derecha (Lerroux-Gil Robles) defendió la legalidad y derrotó la insurrección revolucionaria de izquierdistas y nacionalistas catalanes en octubre de 1934, realizada con propósito textual de comenzar una guerra civil. Esta victoria pudo haber consolidado el régimen, pero no lo hizo debido a persistencia de la izquierda en las actitudes que le habían llevado a la insurrección y a las divisiones e intrigas de la derecha, especialmente de Alcalá-Zamora, principal causante del derrumbe final del régimen. De modo que no es exagerado decir que él trajo la república y él la destruyó.
6. El Frente Popular ganó democráticamente las elecciones de febrero de 1936
El Frente Popular unía a los partidos que habían asaltado la legalidad republicana en octubre del 34; y no fueron elecciones democráticas, en primer lugar, por la violencia y el odio extremo que las presidieron, con amenazas de la izquierda de no respetar los resultados si estos le eran adversos. Como reconoce el propio Azaña, las votaciones transcurrieron entre motines, huida de las autoridades y adulteraciones diversas. Finalmente, los resultados nunca se hicieron públicos. Unas elecciones cuyos votos se falsean o no se publican no son democráticas.
7. El golpe de Mola, en julio de 1936, fue contra un gobierno democrático y legítimo
Indudablemente, la insurrección de octubre de 1934 se hizo contra un gobierno democrático y legítimo. No se puede decir lo mismo del golpe del 36. A menos que consideremos legítimo un gobierno salido de unas elecciones no democráticas y que a continuación emprendió desde el poder la destrucción sistemática de la legalidad republicana, que ni cumplía ni hacía cumplir, mientras sus aliados socialistas, anarquistas, comunistas y otros iniciaban en las calles y campos un proceso revolucionario plagado de asesinatos e incendios, guerra civil larvada culminada en el asesinato de Calvo Sotelo, una verdadera declaración de guerra en sí mismo.
8. La guerra civil empezó en julio de 1936
Entonces, ¿qué supuso la insurrección del 34? Esta fue planificada como guerra civil, consiguió mantener una situación bélica en Asturias durante dos semanas, ocasionó 1.400 muertos y enormes destrucciones. Pudo quedar como un hecho aislado si la izquierda hubiera cambiado básicamente de actitud tras la derrota, pero no fue así. Por ello, la guerra solo se interrumpió pasajeramente para reanudarse en el 36. Muchos creen que, situando el comienzo en 1936 y no en 1934, la izquierda salva su responsabilidad, pero no es así. En el 34 las izquierdas asaltaron la legalidad, y en el 36 la destruyeron desde el poder y desde la calle. Aun si no hubiera existido la insurrección del 34, los desmanes del Frente Popular se habrían bastado para causar la guerra. El respeto a la ley permite que las tensiones y oposiciones propias de toda sociedad compleja se canalicen sin excesiva violencia; por eso, si la legalidad es destruida, o bien la sociedad se degrada en regímenes tiránicos como las llamadas repúblicas bananeras, o bien se impone una revolución totalitaria, o bien se desata, como último recurso, la resistencia de la parte de la sociedad amenazada. En los dos años citados fueron las izquierdas las destructoras de la legalidad. Querían la guerra civil, seguras de que la ganarían, y al final tuvieron más de ella de la que pensaban, como observó Stanley Payne.
No es difícil ver en estos errores, hoy tan comunes, una clave de las políticas del gobierno actual y de los separatistas. La historia no transcurre en vano, contra lo que piensa el PP. En otro artículo trataré varios errores sobre la república comunes en la derecha.
Pinche aquí para leer la primera entrega de la serie CUESTIONES DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Pío Moa
http://historia.libertaddigital.com
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