quarta-feira, 2 de junho de 2010

Los moriscos, el premio Príncipe de Asturias y la traición a España

El Mequetrefe Siniestro, su partido y talibanes como Gibson, proponen ahora el cada vez más devaluado premio Premio Príncipe de Asturias para los moriscos. Premio a la Concordia, para más inri. Si algo significaron los moriscos fue la traición a España, bastante lógica dada su posición de islámicos esperanzados en que el poderío turco volviera a convertir la península en al Ándalus. Pero ¿qué lógica hay en el espíritu traidor de esta gentuza que mangonea el país? Eso requiere una explicación psicológica más compleja, combinada con una ignorancia profunda. Y también requiere una explicación la complicidad de quienes, no compartiendo estas fechorías, guardan silencio ante ellas. Parte de la explicación la hallamos en la tontería de las "tres culturas" defendida por Américo Castro y que, pese a su irrealidad histórica, ha tenido enorme difusión. De las "tres culturas" que supuestamente habrían formado España, la cristiana, la propiamente española, sería la más bárbara y brutal, frente al "refinamiento" de las otras dos. Así, los progres no se consideran herederos de los españoles de quienes realmente descienden y de cuya cultura están empapados, les guste o no: en su infinita vanidad y tontería, prefieren asimilarse a unos moros y judíos que imaginen muy superiores y con quienes en realidad no tienen nada que ver. Es otra manifestación de la esquizofrenia político-cultural a la que me refiero en otro artículo.

De Nueva historia de España: (…) "La línea de paz [de Felipe III] incluyó la expulsión de los moriscos, en 1609. Las minorías religiosas habían demostrado ser un germen de guerra interna en Europa (África del norte no tenía ese problema, pues los musulmanes habían hecho casi desaparecer a los cristianos, por unos u otros medios). Los moriscos formaban una minoría inasimilada y hostil, peligrosa porque se concentraba en algunas regiones, crecía a mayor ritmo que los cristianos y constituía una quinta columna de la piratería magrebí, de la amenaza turca y de Francia, siempre dispuesta a alentar su rebeldía. De su peso en Valencia da idea el hecho de que su expulsión dejó zonas semidespobladas. Por todo ello el pueblo en general aprobó su expulsión, pese al daño económico en algunas comarcas, aunque a los nobles les desagradó, porque perdían vasallos e ingresos. Saldrían unos 250.000 moriscos, a veces en condiciones dramáticas, que empeoraron para muchos en el norte de África, donde sus correligionarios a menudo los maltrataron, robaron o esclavizaron (…)".

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****El golferío “antiespañol”. La trepadora separatista Pasabán no pone la bandera española en las cumbres que corona porque “no la lleva dentro”. En cambio no tiene inconveniente en recibir homenajes y premios de su país, al que desprecia, y se emocionó ante un cursi discurso de Zapo. Es natural: también Zapo desprecia a España, y ha aclarado que esta no es su patria, sino “la libertad”. La libertad de De Juana Chaos, por poner un ejemplo. Panda de golfos.


****Un truco de los amigos de un segundo Holocausto es buscar judíos –que los hay—contrarios a Israel. Como cuando el Holocausto que intentaron las izquierdas en España contra la Iglesia: algunos curas colaboraron con entusiasmo justificando a los asesinos. También lo hicieron los curas y los catolicones del PNV.



****Enhorabuena a José Luis Gutiérrez por la sentencia del tribunal de Estrasburgo. Ya en varias ocasiones ese tribunal ha puesto en la picota la tendencia de la justicia española a doblegarse a las presiones del poder.

****González: "Algunos periódicos aparecen como serios cuando sólo producen amarilleo". ¡Si sabrá de eso Felipe González! El País, alias El chafardero indomable, por poner un caso, prestó muy buenos servicios a la corrupción felipista contra unos pocos periódicos que la denunciaban. Con perfecta inversión de valores, El Chafardero llamaba “sindicato del crimen”, a los periodistas que defendían la democracia frente a los corruptos. El periódico de Cebrián parecía serio y era mucho peor que amarillo: cómplice de la corrupción gubernamental y a su vez corruptor de la democracia.

****Habrán visto algunos de ustedes el festival de Eurovisión, casi todas las canciones en inglés, síntoma de que las naciones se van aculturando, van renunciando a sí mismas y adoptando una uniformidad bien expresa en unas canciones malísimas, sin gracia ni espíritu. Luego “Europa danzando” unos bailes orangutanescos, los tontines con la misma sonrisa de beatitud bobalicona de los anuncios publicitarios ante unas rebajas o ante cualquier objeto de consumo. La felicidad a la que quieren arrastrarnos.


Pío Moa


http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

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