quarta-feira, 21 de abril de 2010

Romance del beso

Turulato me he quedado/ con la pasión de ese beso./ La primavera, humillada;/el amor, de celos preso./ ¡Qué soneto hubiera escrito/ don Francisco de Quevedo/ de ser testigo del ósculo/ y notario del morreo,/ que la Bardem y San Juan/ por el juez Garzón se dieron!/ No hay edad para el amor,/ ni barreras para el sexo./ El hijo del dibujante/ de ABC, joven y férreo,/ se encabritó de pasiones,/ se sulfuró de deseos,/ y abrazó a Pilar Bardem/ con tal fuerza, con tal celo,/ que ella, muy sexagenaria,/ se contagió sin complejo/ y tomando por la nuca/ al mozo titiritero,/ se lo merendó entre aplausos/ de un público del Imserso./ Cuán hermoso hubiera sido/ que Jiménez Villarejo,/ terminado su discurso/ también con Garzón de espejo,/ de un arrebato de amor,/ de un carmesí desenfreno,/ al Rector Berzosa hubiese/ dado un profundo morreo/ más ajustado a la edad/ de uno y otro en tal momento./ Y que Zerolo, inducido/ por la pasión, sin remedio,/ otro beso hubiera dado/ al embajador Carnero,/ con Almodóvar al lado/ abrazándolos a un tiempo.

Precioso mensaje «progre»: /El de besarse sin cuento/ en homenaje a Garzón/ para chinchar al Supremo. / Ya lo decía, y retorno/ al cojo y dulce Quevedo:/ «¿Quién, sino amante que sueña/ junta infierno a tanto cielo?»/ Y Félix Lope de Vega/ el Fénix de los Ingenios: «A mis soledades voy/ de mis soledades vengo,/ que un hombre que todo es alma/ está cautivo en su cuerpo»./ Y Garzón, es alma pura,/ agitador del deseo,/ inspirador de ternuras,/ inductor de toqueteos,/ centinela comprensivo/ de los amores «cejeros»…/ ¡Amor que todo lo puede!/ Juez, estrella y firmamento.

Y Juan Ramón: «No le toques/ya más, que así son sus pétalos»./ Hueco y vacío anda el mundo/ del amor limpio y sincero,/ y Garzón, sin provocarlo,/ y Garzón, sin proponérselo,/ ha llenado nuestras vidas/ de caricias y de besos./ Ni el mejor de los guiones/ ni el más logrado argumento,/ han tenido la Bardem/ y San Juan para un magreo/ culminante tan hermoso,/ tan improvisado y bello./ Ni Romeo, ni Julieta,/ ni Julieta, ni Romeo,/ ni antaño Sergio y Estíbaliz,/ o Grace Kelly con Rainiero,/ o el Marqués de Santillana que era un salido tremendo/ con la Mozuela de Bores/ que le puso en grande aprieto,/ porque sintió entre sus calzas/ sospechosos movimientos,/ ni Rubén velando nubes/ y sollozando en el pecho/ de aquella niña con rizos/ toda temblando de miedo,/ han conseguido un amor/ tan puro y tan verdadero/ como el de Alberto y Pilar,/ como el de Pilar y Alberto.

Ay, malvados magistrados/ negras togas, negros celos,/ negrísimas intenciones/ negro que te quiero negro./ Vais a sentar en el banco/ de madera de los presos/ a quien encarna el amor/ y amanece los deseos./ Si hay que besarse por él,/ yo también quiero dar besos./ Si por él hay que abrazarse,/ mis brazos están dispuestos./ Si por Garzón hay que amar,/ mi amor profundo le ofrezco./ Una sola condición/ por egoísmo, establezco./ Que si fueran tan amables/ los indómitos «cejeros»,/ me enviaran con urgencia/ sin tardanza, y al momento,/ una «cejera» más joven/ para darme al osculeo./ Ni por Baltasar Garzón/ me arriesgo a dar tal morreo./ Y eso, que Pilar Bardem,/ es de mi edad, más o menos./ Yo tengo un siglo de vida,/ y ella tiene siglo y medio.

Alfonso Ussía

www.larazon.es

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