quarta-feira, 21 de abril de 2010

Junta "democrática", ETA y Congreso de Suresnes

Julio de 1974 fue otro mes de alarma: el día 24 caía en Grecia el "régimen de los coroneles", que se había impuesto en un golpe militar derechista siete años antes, tras un período de grave inestabilidad política. Los "coroneles", en crisis por las protestas estudiantiles y la desunión de los propios militares, tras emprender medidas liberalizantes que se le fueron de las manos, había intentado integrar a Chipre en Grecia, como pedía la mayor parte de la población, de origen helénico, pero la minoría turca fue inmediatamente auxiliada por Turquía, una potencia mucho más poderosa, produciéndose la división de la isla y un peligro de guerra general entre los dos países, miembros de la OTAN. El fracaso de Chipre determinó la caída del régimen militar, la cual invitó a volver al político derechista exiliado Karamanlís, que restauró la democracia y emprendió al año siguiente un juicio contra los militares golpistas. El suceso tampoco era de buen augurio para el franquismo, pues introducía un factor psicológico en contra, pese a que los regímenes portugués y griego diferían notablemente en carácter y circunstancias del español.

Y cinco días después de la caída de los "coroneles" Santiago Carrillo, juzgando oportuna la evolución política española, trataba de tomar la iniciativa fundando en París, la llamada Junta Democrática de España (JDE), asociando a ella a CCOO, apéndice sindical del PCE, al Partido del Trabajo de España, grupo marxista-leninista y predicador de la lucha armada; el Partido Carlista, cuya deriva trotskizante ya ha sido comentada, representante de un sector de los carlistas tradicionales; el Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván, antes llamado socialista "del Interior", y personajes como Antonio García-Trevijano, el intelectual progresista José Vidal-Beneyto y Rafael Calvo Serer, perteneciente al Opus Dei. Como ocurría con la Asamblea de Cataluña, la única fuerza real eran los comunistas oficiales.

El programa de la JDE era típicamente rupturista, negaba al régimen toda legalidad y legitimidad, y pretendía imponer un gobierno provisional, amnistía absoluta, legalización de los partidos políticos sin exclusiones, libertad sindical y entrega del patrimonio acumulado por el Sindicato franquista (a CCOO, evidentemente, pues otros sindicatos eran poco más que entelequias), libertades democráticas y "reconocimiento de la personalidad política de los pueblos catalán, vasco, gallego" y de otros que lo decidieran, aunque manteniendo la unidad de España. Pedían también "información objetiva" por parte de los medios del estado. O el principio de la coexistencia pacífica, una base propagandística de la Unión Soviética. La Junta aspiraba a movilizar a las masas, atacar al régimen en las instituciones internacionales, en Usa y la CEE, así como en Venezuela y las dictaduras rumana, argelina y mejicana; simultáneamente buscaba acuerdos con todo tipo de fuerzas políticas en España, incluso del propio régimen si se mostraban proclives. No lo lograrían con el PNV o la Asamblea de Cataluña, que preferían no integrarse en una junta claramente española (el PSUC favorecía las tendencias nacionalistas-separatistas, considerándolas una palanca contra el régimen).

La actividad comunista se manifestaba a lo largo del año en un número de huelgas mayor que en cualquier año anterior, a pesar de que la economía no había resentido la crisis mundial y el índice de paro era de solo un 3%. La táctica comunista siempre había consistido en pedir mejoras económicas más o menos razonables, y teñirlas con alguna consigna política. No obstante, la gran mayoría de los obreros actuaban exclusivamente por la parte económica, sin sumarse a las otras consignas, cosa que los comunistas en general conocían bien. Pero si las huelgas daban lugar a alguna manifestación, que se procuraba hacer violenta, eran posibles los encontronazos con la policía y muertos ocasionales, como habían ocurrido en Granada, Ferrol y otros puntos desde 1970, lo que generaba protestas y acciones de solidaridad entre diversas fábricas, y hasta alguna huelga casi general en alguna localidad. Estos efectos eran buscados insistentemente por los agitadores y en ellas participaban tanto grupos comunistas, en especial CCOO, pero también otros de carácter cristiano.

Y el 13 de septiembre, la ETA mataba a 12 personas y hería o mutilaba a unas 80 mediante una bomba en la cafetería Rolando, al lado de la Dirección General de Seguridad y a la Puerta del Sol madrileña. Aparentemente iba dirigida contra policías que frecuentaban el local, pero casi ninguna víctima tenía que ver con la policía. La matanza fue realizada por un grupo etarra apoyado por dos miembros del PCE, uno de ellos Genoveva Forest, esposa del dramaturgo Alfonso Sastre, decidido partidario del terrorismo y que había estado complicada en el asesinato de Carrero Blanco. Inexplicablemente, estos cómplices serían puestos en libertad en 1975. Ante el rechazo generalizado a la masacre, la oposición se dedicó a culpar a los propios servicios policiales del gobierno, y la ETA, tras algunas vacilaciones, siguió la misma línea. Una de las implicadas, la feminista Lidia Falcón, que en realidad solo mantenía una relación tangencial con los verdaderos cómplices, cuenta su libro Viernes y trece en la calle del Correo (Barcelona, 1981, que pese a su éxito de venta fue pronto retirado de la circulación) cómo la Forest, en la cárcel, criticaba a aquella oposición que no era capaz de asumir un hecho revolucionario perfectamente justo, hasta que le llegó la consigna de la ETA, y entonces se asombraba de que alguien pudiera pensar que la ETA había sido autora de un crimen tal... en cuya gestación ella había participado. La relación entre el PCE y la ETA es evidente en cuanto a cobertura política y propagandística de la segunda por el primero, pero otras relaciones más concretas permanecen oscuras.

Como fuere, la línea principal de Carrillo iba en otra dirección. El PCE aspiraba a aglutinar en torno a sí, como en Cataluña, a toda la oposición, incluido el PSOE, por entonces un grupo insignificante. Sin embargo, los socialistas se atribuían un gran futuro y no pensaban convertirse en satélites del PCE. No les faltaba razón, pues fuerzas muy poderosas, dentro y fuera de España, apostaban por oponer al PSOE como alternativa frente al PCE, como al PNV frente a la ETA. Y así, en octubre, los socialistas celebraron su XIII Congreso en Suresnes, cerca de París, consumando la completa victoria del grupo de los "sevillanos", auxiliados por los bilbaínos, sobre Llopis y el PSOE histórico. Santiago Carrillo cuenta cómo los del interior, pese a ser muy pocos, habían ido logrando la mayoría sobre los del exterior, utilizando las ayudas que recibían de la CIOSL (especie de Internacional sindical socialista) como pagos por cuotas de afiliados imaginarios. Llopis debió de felicitarse por estos progresos en el interior, para descubrir que aquellos supuestos afiliados le habían dejado en minoría. Así se lo contó el dirigente socialista Enrique Múgica "con toda naturalidad".

La realidad de las esperanzas del PSOE en Suresnes se puso de relieve por el intenso respaldo que le ofrecieron partidos socialistas tan poderosos como el alemán, el francés y el italiano, y figuras como Willy Brandt, Bettino Craxi y François Mitterrand. Para todos ellos era muy importante desplazar a los comunistas en España. Se pensaba que el socialista bilbaíno Nicolás Redondo sería elegido secretario general, pero él renunció a favor de Felipe González. Compitieron con este Pablo Castellano y Enrique Múgica, en condiciones poco regulares. Otros dos miembros elegidos a la ejecutiva, Francisco Bustelo y Juan Iglesias, intentaron expresar su protesta ante los congresistas, pero Alfonso Guerra les cortó el micrófono y no pudieron hacerse oír. Estos estilos marcarían la línea del PSOE, y dos de sus padrinos, Craxi y Mitterrand, se verían envueltos en sonados escándalos de corrupción. Brandt había dimitido como canciller alemán por el caso del espía Guillaume, pero seguía dirigiendo el Partido socialista.

El programa del PSOE coincidía con el de la JDE en exigir la "ruptura", pero era bastante más radical, pues acusaba a la alianza de Carrillo de ser "interclasista", con posición "de derechas, burguesa". Se declaraba partido "marxista, de clase", hablaba del "derecho de autodeterminación" de las "nacionalidades ibéricas", que incluía la separación, derecho planteado "en el contexto de la lucha de clases". Expresaba su preferencia por una república federal, pedía cosas como la "disolución de todas las instituciones represivas", las libertades, el reparto de los bienes sindicales, etc.

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**** En Barcelona, como en Madrid, una banda de sinvergüenzas "intelectuales" ha insultado y degradado, una vez más, la universidad, utilizándola fraudulentamente para defender a un juez radicalmente injusto por el hecho de que este se presenta como uno de los suyos. Y lo es sin duda. Todos ellos se sienten herederos del Frente Popular siguen siendo los simpatizantes de Castro y del Imperio del Gulag (¿recuerdan el caso Solzhenitsin?), los que se oponían a Franco porque, en definitiva, este no era un dictador totalitario como ellos querían, sino solamente autoritario. No han cambiado, siguen instalados en los mismos topiquillos intelectuales, en las mismas falsedades históricas y en las mismas ambiciones liberticidas. Son lo bastante cretinos para invocar el lema de mal agüero –para ellos– de "no pasarán". Estos canallas, si pudieran suprimirían los derechos y libertades de los demás. En su retorcida y perversa utilización del lenguaje, llaman "justicia" a tales aspiraciones.

**** Comparen el tratamiento lleno de exquisiteces dado al juez Garzón con el perpetrado contra el juez Ferrín Calamita. Pero es que a Garzón le siguen teniendo mucho miedo, no en vano es capaz de movilizar a bandas de matones y canallas intelectuales y de las mafias sindicales. Esta igualdad ante la ley existe hoy en España.

**** Estampas de descomposición política: Montilla pretende encabezar una rebelión contra el Constitucional. Un politicastro sin rastro de vergüenza y dignidad, contra un tribunal sin autoridad moral.

**** El ex cura y ministro de algo de Zapo, Ángel Gabilondo, fornica con la palabras, según propia confesión pública, y poco después va a hablar ante la Real Academia, ¡que se lo tolera!

**** Bono, a Garzón: "Baltasar, lo que hemos hecho y lo que nos queda por hacer". Lo que han hecho, ya lo sabemos. Lo que les queda es, entre otras cosas, declarar de modo fidedigno su patrimonio y cómo lo obtuvieron. Por cierto, a Garzón también le queda encausar al padre de Bono, falangista, por genocidio o complicidad con el régimen genocida, igual que el fiscal Villarejo. Bono presentaba "rojos en la red", es decir, chekistas en la red.

Pío Moa

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

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