Del «Patria o muerte, venceremos» nada quieren saber. Son rebeldes, que no revolucionarios. Ni color caqui, ni barbudos. Nacieron lejos, muy lejos en el tiempo (y ahora con mucho hartazgo) de las melancólicas hazañas de Sierra Maestra. Con una guitarra punki, una letra rapera, un reggaeton o un «blog» desafían al «Caballo» -uno de los apodos utilizados en la isla para hablar de Fidel Castro (los cubanos apenas mentan su nombre a viva voz, y menos a un turista)-, a su régimen y a sus herederos.
Para ellos, el próximo jueves no habrá nada que celebrar. Cada uno a su manera, y desde dentro de la isla, ya ha dado un corte de mangas a la mitificada Revolución. Y, sin complejos, hablan de la escasez de productos, la doble economía (peso/dólar), la prostitución, la falta de libertad, la censura en internet, los paupérrimos salarios... Son el futuro: la Generación «Y».
Una de las gurús de esta rebelión social es la filóloga Yoani Sánchez quien, desde una habitación destartalada, con un ordenador portátil y mucho arrojo, pone los puntos sobre las «íes» al régimen castrista en su «blog» Generación «Y», traducido a trece idiomas. En el frontispicio, unas pegatinas recuerdan que «aquí no hay límite». Como si el cubano tuviera que deshacerse cada día de la enorme losa del castrismo.
Yoani reflexiona sobre la efeméride: «Pocos se preguntan si lo celebrado es el cumpleaños de una criatura viva o sólo el aniversario de algo que ocurrió. Las revoluciones no duran medio siglo, les advierto a los que me preguntan. Terminan por devorarse a sí mismas y excretarse en autoritarismo, control e inmovilidad. Expiran siempre que intentan hacerse eternas. Fallecen por querer mantenerse sin cambiar».
A sus 33 años, se gana la vida como guía turística y traductora de alemán. ¿Por qué Generación «Y»? «Pertenecemos a esa generación de cubanos nacidos en los años 70 y 80, marcados por las «escuelas al campo», los muñequitos rusos, las salidas ilegales y la frustración». Unos tiempos en los que se pusieron de moda en la isla los nombres con «y griega»: Yanisleidi, Yoandri, Yusimí, Yuniesky...
Preguntas incómodas
En abril de 2007, Yoani inició el ciberdesafío que, irónicamente, califica de «ejercicio de cobardía, pues me permite decir en este espacio lo que me está vedado en mi accionar cívico». Pero no sólo es Yoani. En internet hay más blogs de cubanos que viven en Cuba contestatarios con el régimen comunista, como «Sin EVAsión» de Miriam Celaya, «Desde aquí», del periodista independiente Reinaldo Escobar o «El blog de Dimas» del periodista Dimas Castellanos.
Una Generación «Y» que, venciendo tabúes, se atreve a preguntar porqués. Como aquéllos que el joven estudiante Eliécer Ávila, de 21 años, espetó el pasado mes de enero al mismísimo presidente de la Asamblea cubana, Ricardo Alarcón, sobre la imposibilidad de viajar fuera de la isla, conectarse a internet o ir a los hoteles que frecuentan los «yumas» (guiris, extranjeros).
Unos turistas (no todos) que, guiados por la vitola mística de la Revolución Cubana, buscan la camiseta-souvenir del Che Guevara -por cierto, a precio de dólar en los resorts cinco estrellas de Varadero o María la Gorda, en la provincia de Pinar del Río-. Unos «yumas» que al final se topan con la Rebelión: jóvenes que a modo de protesta visten camisetas y gorras «Born in USA», jóvenes suspirando por los últimos modelos de telefonía móvil o zapatillas deportivas, jóvenes poniendo precio a sus cuerpos en las terrazas de los principales hoteles de La Habana, jóvenes que en silencio, con miradas huidizas, quieren decir «sácame de aquí, turista». Los cortes de manga al «Patria o muerte, venceremos» -discurso pronunciado por Fidel el 5 de marzo de 1960 ante la tumba de los fallecidos tras la explosión del vapor francés La Coubre- también bailan a ritmo de hip hop, rap y reggaeton.
En sus letras corrosivas se accede a la realidad sin propaganda. Como en «Mi Habana», del grupo Papa Humbertico, toda una recomendación (vía You Tube) para el viajero que se disponga a visitar la ciudad: «Hacia ningún lado voy y de nada tengo ganas, veo cómo se la ganan putas y proxenetas [...] Muchos corren evitando el roce con la Policía, esta es la parte de La Habana que no conoces, en cada rincón es un poco de corrupción [...] Taxistas alteran tarifas, en el cuerpo de guardia se hace el amor, estafadores disfrazados de dependientes tras el mostrador [...] Esta es La Habana que no conoces: el goce del extranjero, la lucha para el que sea de aquí».
El movimiento hip-hop tiene su epicentro en Calle 70, desde donde otros grupos como El Discípulo cantan a la marginación de la mujer, la falta de libertad de expresión, el escaso acceso a internet, la lucha por una rebelión poscastrista o el mismo bloqueo de EE.UU.
El reggaeton del grupo Calle 35, de Cienfuegos, también chirría en el oído musical de lo castristamente correcto. Sin éxito, el régimen trató de prohibirlo. ¿El motivo? «Yunai», una canción que versa sobre el ansia de libertad de una jinetera cuyo sustento son los «fulas» (dólares en jerga cubana) de los «yumas». La meretriz en cuestión de la canción es claro exponente de Generación «Y», con un nombre en «y griega» cuya pronunciación también hace referencia al modo con el que los cubanos se refieren a los «United», el vecino de arriba.
Triturando el «Granma»
Pero si hay alguien que de verdad le ha dado un corte de mangas a la Revolución y a la cultura de la nueva trova (los Silvio Rodríguez y compañía que cantaron las «gestas» revolucionarias), ése es Gorki Águila, líder del grupo punki Porno para Ricardo. El emblema de la banda es toda una declaración de intenciones: un pene a modo de martillo que rompe a la hoz comunista. En su página web, sus integrantes se exhiben triturando el «Granma», diario oficial de un régimen presidido ahora por Raúl Castro.
Creada en 1998, la banda la componen además Ciro Díaz, Renay Kayrus y Hebert González. Ya en sus cuarenta años, Gorki vierte, vía telefónica, su feroz crítica hacia Castro cuando es preguntado sobre el 50 aniversario de la Revolución: «Para mí, Revolución es algo que no tiene nada que ver con el castrismo. Lo que hay ahora es el monólogo de un egoísta y ególatra, como es Fidel. A mí me parece que en vez de 50 años, han pasado cien o doscientos. El tiempo en Cuba pasa muy lentamente».
Gorki -con una hija de 12 años, se gana la vida en un taller de serigrafría de La Habana- fue encarcelado el pasado mes de agosto por «peligrosidad social», siendo posteriormente liberado. ¿Cómo será la vida después de Fidel? «Hace tiempo que opté por vivir en riesgo y separarme de la doble moral de este país. A mí no me importa tanto. Siento que alcancé mi libertad interior». Hace tiempo que dijo adiós. Ahora lleva a gala otro lema: «Patria o muerte, singaremos».
Esteban Villarejowww.abc.es