quinta-feira, 22 de janeiro de 2009

Dejad en paz a Obama

¿No os parece bastante empalagosa esa machacona referencia de los dirigentes europeos, y en especial de nuestro presidente Zapatero, a la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, como si fuera el esperado mesías que fuera a redimirnos de todos los males pasados? En los dos o tres últimos días, el nombre de Obama no se caído de la boca de nuestro presidente para atribuirles poderes casi taumatúrgicos en la resolución de casi todos los graves problemas de hoy: Oriente Medio, Afganistán o la crisis económica internacional. Supongo que una intervención más decidida de la nueva administración en Palestina, sobre todo moderando a Israel, podrá ayudar a avanzar en el camino de la paz en aquella región, pero nuestra crisis económica, la de España, no nos la arregla nadie de fuera. Una cosa es que la capacidad de tracción de la economía americana pueda echar una mano, y otra muy distinta es que la crisis en España tiene unas especificidades que sólo podemos resolverlas nosotros. Lo digo ayer Almunia en la rectificación que hizo a las ya pésimas previsiones del Gobierno: la crisis inmobiliaria (que es sólo nuestra) nos hará salir de la crisis más tarde que los demás y a un coste de desempleo el doble de la media europea. Y contra esa realidad, poco podrá el pobre Obama. En la actitud de los líderes europeos respecto del nuevo presidente americano hay algo de papanatismo aldeano, que supone en todo caso el reconocimiento implícito del liderazgo de Estados Unidos (sea cual sea su presidente: la irritación general que provocaba Bush era la cruz de la misma moneda). Pero, en el caso de Zapatero hay además un sentimiento de vindicación personal: me llevaba fatal con Bush porque era un cretino belicista que me trataba con desplantes por retirar la tropas de Irak y otras minucias, mientras que con este afroamericano liberal y progre todo irá sobre ruedas. Ya veremos. Obama ha prometido colaborar con todos, pero, que nadie se engañe, el nuevo presidente enarbola para su presidencia el mismo lema que todos sus antecesores: “America first”. En cualquier caso, bienvenido sea Obama. En los pésimos tiempos que corren, la esperanza es una condición no suficiente pero necesaria. Y Obama ha sabido transmitir a su país y a todo el mundo una ilusión por el futuro de la que estábamos ayunos desde hace mucho tiempo. “God bless Obama and God bless the United States o America” (Por cierto, qué alboroto no se produciría en España si nuestros dirigentes concluyesen sus discursos con esta invocación a Dios que, en Estados Unidos, utilizan todos en política: blancos y negros, conservadores y liberales, hombres y mujeres).

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