terça-feira, 27 de janeiro de 2009

Los escépticos suman... y siguen

El correo trae una invitación para asistir a la próxima Conferencia Internacional sobre Cambio Climático, que tendrá lugar el 8 de marzo en Nueva York. Patrocinada por el Heartland Institute, un destacado think tank de Chicago, en ella tomarán parte numerosos científicos e investigadores del clima. Las áreas de discusión serán cuatro: climatología, paleoclimatología, alcance del cambio climático y política y economía del cambio climático.
En la edición de 2008 se presentaron ponencias que hablaban de las virtudes y carencias de los modelos climáticos, la sobrevaloración del papel del dióxido de carbono en el cambio climático o las perspectivas ecológicas y demográficas a propósito de la situación de los osos polares. ¿Qué es esto, puede que se pregunte usted, otro foro para dar la voz de alarma sobre la inminente amenaza del calentamiento global?
 
Pues no. Los científicos y expertos que reúne el Heartland Institute no forman en las filas de los agoreros. Es más, lo que hacen es poner en cuestión los vaticinios histéricos, y muchos de ellos se muestran escépticos ante la idea de que la actividad humana tenga un impacto significativo sobre el clima del planeta, o de que pueda calibrarse con una mínima fiabilidad. Así, los hay que sostienen que las temperaturas planetarias alcanzaron un pico en 1998 y que desde entonces están descendiendo. De hecho, los hay que creen que estamos inmersos en un proceso de enfriamiento global. Casi todos argumentan que el clima cambia constantemente, y que nadie sabe si los modelos informáticos que se emplean pueden manejar con eficacia la miríada de factores que intervienen en la variabilidad del clima.
 
Están lejos de tener una opinión monolítica, pero en este punto están todos de acuerdo: al consenso científico no se llega con votaciones a mano alzada, sobre todo cuando se trata de una materia tan novedosa como la ciencia del clima.
 
El escepticismo y la investigación constituyen la esencia del progreso científico. Siempre es legítimo cuestionar el consenso vigente con datos o hipótesis nuevos. Quienes consideran que la disidencia ha de ser sometida a castigo y censura no son aliados de la ciencia, sino algo muy parecido a los fanáticos religiosos.
 
Al Gore.
Lamentablemente, cuando se habla de cambio climático mucha gente está demasiado dispuesta a interpretar el papel de Gran Inquisidor. Por ejemplo, la climatóloga del Weather Channel Heidi Cullen ha recomendado que se revoque la licencia a los climatólogos que expresen dudas acerca del ecoalarmismo. James Hansen, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales, quiere procesar a los ejecutivos de las petroleras por "crímenes contra la humanidad" si siguen cuestionando "lo que se sabe científicamente" del calentamiento global. Al Gore suele tachar de locos dignos del mayor de los desprecios a quienes no comulgan con su dogma. "Los revisionistas del clima son como los que siguen sin creer que pisamos la Luna", declaró a The Politico hace unos días la portavoz del ex vicepresidente.
 
Pero, como deja claro la lista de oradores que han confirmado su asistencia a la conferencia del Heartland, es Al Gore quien se niega a ver la realidad. Entre los revisionistas que intervendrán en la reunión de marras se cuentan Richard Lindzen, profesor de Meteorología en el Instituto Tecnológico de Massachusetts; Roy W. Spencer, de la Universidad de Alabama, pionero en el seguimiento de las temperaturas globales vía satélite; Stephen McIntyre, principal autor del influyente blog Climate Audit, y el meteorólogo John Coleman, que fundó el Weather Channel en 1982. Puede que no secunden a la mayoría en los debates sobre cambio climático, pero, desde luego, no están solos.
 
De hecho, lo que movió a The Politico a pedir unas palabras a Al Gore fue su decisión de informar sobre el creciente número de disidentes en materia de calentamiento global. "Científicos instan a la precaución en lo relacionado con el cambio climático", titularon; y en el cuerpo de la noticia se podía leer: "La creciente cantidad de pruebas científicas del enfriamiento del planeta, así como otros hallazgos, podría representar una prueba de que la ciencia subyacente al calentamiento global podría ser todavía muy poco consistente como para basar en ella medidas legislativas sobre intercambio de emisiones".
 
El escepticismo va ganando terreno en el panorama mediático. Michael Scott, del Cleveland Plain Dealer, informaba el otro día de que los meteorólogos de todas y cada una de las cadenas de televisión de Cleveland disienten del escenario alarmista. Por su parte, el Edmonton Journal cuenta que en la provincia de Alberta el 68% de los científicos y expertos en clima no cree que el debate sobre las causas del reciente cambio del clima esté cerrado.
 
Así están las cosas. El debate, pues, sigue abierto. Como tiene que ser.
 
 
JEFF JACOBY, columnista del Boston Globe.

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