Días atrás un diario madrileño recibía la llegada de Obama al poder aclamando su primera decisión: suspender las comisiones militares de Guantánamo como anticipo del cierre del penal. Era obsceno el paralelismo que subyacía en la presentación de la noticia con el anuncio de Zapatero, su primer día en Moncloa, de retirar las tropas españolas de Irak. El pasado viernes se evidenció una gran diferencia entre lo que vivimos en abril de 2004 en España y lo que aconteció anteayer en Washington: Obama se ha marcado el -legítimo- objetivo de cerrar Guantánamo de aquí a 2010. Y aunque ahí no hay aliados polacos o centroamericanos a los que dejar postrados ante el enemigo, el nuevo presidente tiene la prioridad de resolver el laberinto legal y los conflictos de derechos humanos que conlleva la decisión. Hace dos semanas Obama declaraba a la ABC que cerrar Guantánamo «creo que es más difícil de lo que mucha gente cree» y que «muchos» de los combatientes enemigos son «muy peligrosos». Bienvenido al club.
No hará falta repetir a estas alturas que hace tiempo que quedó demostrado que el cierre de Guantánamo era una necesidad de relaciones públicas de Estados Unidos. En ese sentido, Obama acierta plenamente. Pero convendría saber qué va a ocurrir con, por ejemplo, los islamistas uigures a los que la China estaría encantada de recibir de vuelta en casa y hacerles añorar, con lágrimas en los ojos, las instalaciones de Guantánamo y los derechos -y falta de los mismos- que allí había.
Obama conoce ya el percal de lo que tiene en su base cubana, encabezado por ese amante de la paz universal llamado Jalid Sheij Mohamed, autor intelectual del 11-S, de los ataques en Bali, del atentado contra el World Trade Center de NY en 1993 y del asesinato de Daniel Pearl entre otras lindezas. Convendremos que quizá no sea una buena idea ponerlo en libertad. La pregunta que tiene que resolver Obama de aquí a un año, es qué hacer con gente como él. Habrá quien diga que a la Presidencia de los Estados Unidos se viene con los deberes hechos en casa.
Ramón Pérez-Maura
www.abc.es
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