quarta-feira, 21 de janeiro de 2009

¡Obama, sálvanos!

La cara más ridícula del antiamericanismo español asoma tras la exaltada pasión por Obama, como la cara más ideológica se agazapaba en el irracional odio a Bush. Con nuestra izquierda agnóstica y posmoderna en estado de éxtasis místico ante la llegada al poder de un presidente ideológicamente muy semejante a todos los anteriores presidentes demócratas y cuya única novedad, por muy importante que sea, es una cualidad que no depende de él, el color de su piel. Ideológicamente muchísimo más cercano a Bush que a su emocionado y rendido admirador, José Luis Roríguez Zapatero. Especialmente en política exterior, el núcleo actual del antiamericanismo español.

Zapatero, que acaba de desear el fin de una política neoconservadora con tanta carga axiomática (sic), sabe lo justo de política exterior, y, al parecer, también de vocabulario, y ni quiere ni está en condiciones intelectuales de entrar en el debate de los parecidos políticos de Obama y Bush. Al igual que su parroquia, lo suyo es fervor místico por el símbolo negro que redimirá a la perversa América que alimenta su antimericanismo. Y, de paso, a él y a su gobierno, que todo tipo de simplezas políticas caben en la explosión de emociones desatadas en la izquierda por el advenimiento de Obama.

En la entrevista en la Ser del lunes, Zapatero demostró que, si Bush ha sido la coartada de sus errores y carencias económicas e internacionales en el pasado, la culpa de la crisis y de los conflictos internacionales es de Bush, ahora Obama se va a convertir en la coartada de sus errores y carencias futuras. La crisis económica es culpa de EE.UU. y de Bush, repite obsesivamente el presidente, incluso con llamadas en mitad de la noche a los columnistas, como relataba Raúl del Pozo este lunes. Y quien lo tiene que arreglar, y lo va a arreglar, es Obama.

Ayudaremos a Obama para que Obama pueda ayudarnos a todos, solemnizó Zapatero. Porque la crisis será más breve si Obama lo hace bien. Obama, salva a España. O, al menos, al Gobierno. Nuestro presidente se está quedando sin coartadas para despertar a columnistas en mitad de la noche.

Edurne Uriarte
Catedrática de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco

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