Para los americanos, el 4 de julio marca el día de la independencia nacional, pero este día festivo se ha convertido en símbolo de una causa más universal: la libertad humana. Tanto en la teoría como en la práctica, el desarrollo de la libertad humana es en gran medida la historia del cristianismo.
La forma de entender el modo en que el pasado incide sobre nuestra forma de vivir el presente es la razón por la que los debates sobre la historia pueden ser tan enconados. Definir si el cristianismo es un vehículo de opresión o una fuerza de liberación es una pregunta cuya respuesta lleva 2 milenios siendo polémica.
Para muchos, el cristianismo es opresivo. Para ellos, la religión cristiana está asociada a las Cruzadas, la Inquisición y el moralismo puritano. Suscita imágenes de caza de brujas, de la letra escarlata y del "Papa de Hitler". Los cristianos contemporáneos no pueden ignorar estas asociaciones. La verdad que contienen debe ser reconocida. Pero los críticos del cristianismo no pueden estar en misa y repicando. Si hay que destacar el mal que se hace en nombre de Cristo, entonces también tendremos que subrayar lo bueno. Las campañas contra la esclavitud, los orfelinatos y los hospitales, la protección de los débiles y de los inocentes, todas estas cosas también ha marcado la historia del cristianismo.
El impacto del cristianismo en la civilización ha ocupado a algunas de las mentes más importantes de la historia, que han sabido reflejar e influenciar el espíritu de sus respectivas épocas. San Agustín defendió a los seguidores de Cristo contra la acusación de que eran culpables de la decadencia del Imperio Romano; 14 siglos después, el historiador británico Edward Gibbon resucitó la acusación, dando voz al escepticismo de su época contra la religión revelada.
Otro y mejor informado historiador inglés, Lord Acton, abordó el problema a fines del siglo XIX. El resultado, La Historia de la Libertad en el Cristianismo, fue una obra maestra de la antología que recorre casi dos mil años de historia del despliegue gradual de la libertad humana. Acton invirtió la narrativa de la Ilustración que había heredado. El ascenso del cristianismo no sofocó la llama de la libertad que ardía radiante en Grecia y Roma hasta que la superstición medieval dio paso a la benévola razón de Voltaire, Hume y Kant. Más bien, el cristianismo se hizo con las ascuas de la libertad que languidecían trémulas en un mundo antiguo caracterizado por la dominación del débil por el fuerte y las avivó lentamente y a trompicones hasta formar una llamarada que emancipó a la humanidad de sus ataduras internas y externas.
El enfrentamiento del cristianismo con la cultura no fue una cuestión de transferencia completa de la verdad sobre Dios y el hombre de la religión a la civilización. Desde sus comienzos en fuentes previas al cristianismo –el judaísmo y la Grecia Clásica– y continuando en movimientos laicos, políticos, económicos y sociales, el cristianismo interactuó con el mundo y perfeccionó su propio entendimiento de la naturaleza humana y de la voluntad de Dios para con la humanidad en este planeta.
La señal que marca el logro del cristianismo, como reconoció Acton, fue la creación del espacio para la libertad humana frente a la institución que, de hecho, ha sido la amenaza más grave para la libertad a través de la historia: el Estado. Hay que admitir que la historia se complica debido a la colaboración ocasional de funcionarios de la Iglesia con la opresión estatal. Con todo, una lectura justa de la historia debe reconocer el papel principal de las ideas y de las instituciones de la fe cristiana a la hora de contrarrestar las tendencias totalitarias: La proclividad del Gobierno a usurpar cada vez más poder a una capa de humanidad cada vez mayor.
En nuestros propios días, vemos a la Iglesia desempeñando nuevamente ese papel. Es la voz más destacada en la defensa de aquellos cuyos derechos se ven amenazados por la desidia o el ataque directo: minorías religiosas, mujeres y niños indefensos atrapados en la esclavitud, los enfermos y los nonatos. En educación, asistencia sanitaria y la vida familiar, los creyentes y las organizaciones religiosas se resisten a la tiranía de la expansión del Estado.
La versión del siglo XXI de la distorsión de la Ilustración se nota en los argumentos tendenciosos del nuevo movimiento ateo, cuyos iconos Harris, Hitchens y Dawkins han declarado que el cristianismo es, entre otras cosas, el enemigo de la libertad humana. Como ocurre con mucha frecuencia, estos pretendidos campeones de la libertad son lo contrario de lo que afirman ser. Para empezar, Harris dice que algunos tipos de creencias religiosas deberían ser delitos capitales: "Algunas propuestas son tan peligrosas que podría ser ético matar a la gente por creer en ellas".
(cita de The End of Faith, El Fin de la Fe). El enfoque de Harris se centra en la fe que promueve la violencia, pero su concepto de justicia es en sí mismo peligroso, pues descuida la distinción convencional entre pensar y actuar (siendo esto último delictivo). Por otra parte, no queda muy claro del todo que en la lectura que hace Harris de la historia y de la teología, el cristianismo ortodoxo no reúna las cualidades de "peligroso".
Los nuevos desafíos para lograr un entendimiento acertado de la fe y la libertad requieren nuevas contrarréplicas. La impactante película del Instituto Acton, The Birth of Freedom (El Nacimiento de la Libertad), es una de ellas. Al igual que Lord Acton, se adentra en la historia revelando los detalles de la lucha de la humanidad por la libertad. "La Europa cristiana eliminó la esclavitud" dice uno de los comentaristas que presenta el documental, el sociólogo Rodney Stark. "Ésa es una historia que raramente se cuenta, y es una pena que sea así."
Cristo vino a liberar a los cautivos, dicen las Escrituras. La labor está aún sin concluir, pero su historial de logros es impresionante.
Dr. Kevin E. Schmiesing, investigador del Centro de Investigación Académica del Instituto Acton. Es escritor prolífico sobre asuntos de pensamiento social católico y economía y autor del libro American Catholic Intellectuals, 1895-1955 (Edwin Mellen Press, 2002). Su obra más reciente es Within the Market Strife: American Catholic Economic Thought from Rerum Novarum to Vatican II (Lexington Books, 2004).
* Traducido por Miryam Lindberg del original en inglés.
Nenhum comentário:
Postar um comentário