sábado, 5 de julho de 2008

Inteligencia y propaganda

En la liberación de Ingrid y los otros 15 rehenes de las FARC la clave ha estado en dos elementos interrelacionados: la inteligencia y la propaganda.

En la Política de Seguridad Democrática, lanzada por Uribe en 2002 como piedra angular de toda la campaña contra las FARC, se expresaba que una de las acciones fundamentales para garantizar el éxito en esta guerra irregular era dotarse de una red de confidentes e informantes.
Sin embargo, el propio presidente reconocía todavía en noviembre de 2007 que eran aún las FARC las que llevaban la iniciativa en este campo, todavía infiltradas en los más altos de niveles de responsabilidad de las Fuerzas Armadas y las principales instituciones del país. Consecuencia del Plan de Consolidación de la Seguridad Democrática, de finales de ese mismo año, los progresos en este campo, con la incondicional ayuda de EE.UU., han sido espectaculares. Una eficacísima campaña de contrainteligencia llevó a desenmascarar a los infiltrados, al tiempo que lograba introducir agentes propios en puestos claves de las FARC.

Para mejorar la imagen de la inteligencia militar, acusada de cooperar con los paramilitares en operaciones ilegales, en 1998 se creó el Centro de Inteligencia Militar (CIME), en sustitución de la Brigada de Inteligencia 20, con idea de coordinar todo el esfuerzo de inteligencia. Mejorado día a día, los frutos de este centro empiezan a estar maduros. A lo que contribuye el Centro de Inteligencia Conjunto (JIC) estadounidense-colombiano, situado en la base sureña de Tres Esquinas, especializado en la obtención y difusión de inteligencia procedente de satélites, aviones espía o de las estaciones de escucha repartidas por todo el suelo colombiano.

En cuanto a las campañas de información, psicológicas y de propaganda, el éxito también ha estado del lado colombiano, apoyado por EE.UU. Las FARC lanzaron su propia campaña, intentando que se les volviera a ver como los «antiimperialistas» y libertadores del pueblo, como los socialistas más puros, en su particular lucha para derrotar al capitalismo, al tiempo que procuraba que se olvidaran sus múltiples barbaridades cometidas. Pero el Gobierno ha llevado a cabo una impecable labor de información que ha conseguido desprestigiar notablemente a las FARC, tanto interior como exteriormente, lo que ha tenido como consecuencia la pérdida de apoyo popular y de legitimidad.

El último éxito de Uribe ha quedado de manifiesto con el rescate de los secuestrados, agotando así el último resorte que tenían las FARC para mejorar su imagen y lograr importantes avances políticos. Ha sido, sin duda, un excelente ejemplo de cómo conseguir la victoria con la astucia y sin derramar sangre. Seguro que Sun Tzu estaría orgulloso de él.

Pedro Baños Bajo, Teniente Coronel del Ejército español, Profesor del Departamento de Estrategia del Ceseden (Centro Superior de Estudios de la Defensa)

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