No es el azar confluyente ni providencial quién situará al criminal al lado de la víctima en los próximos meses. No será una casualidad que De Juana Chaos viva al lado de sus víctimas. Nada de eso es azaroso. Por el contrario, refleja el triunfo de la ETA, los nacionalistas y los socialistas sobre una sociedad que vive atemorizada, muerta de miedo, por los criminales y sus cómplices.
Es otra prueba de la desaparición de España como nación. Excepto aprender a vivir en ese fracaso, el español medio poco, casi nada, podrá hacer. Todo será vivir arrastrado en el régimen de Zapatero, según las tácticas del nuevo PP, o combatir a favor de la libertad fracasada. O reinstauramos una vida en libertad, una vida lesionada por el régimen, o nos adaptamos como esclavos a las imposiciones nacionalistas y socialistas. Eso es todo.
Es otra prueba de la desaparición de España como nación. Excepto aprender a vivir en ese fracaso, el español medio poco, casi nada, podrá hacer. Todo será vivir arrastrado en el régimen de Zapatero, según las tácticas del nuevo PP, o combatir a favor de la libertad fracasada. O reinstauramos una vida en libertad, una vida lesionada por el régimen, o nos adaptamos como esclavos a las imposiciones nacionalistas y socialistas. Eso es todo.
La mayoría ha tragado con la segunda opción. En realidad, ni siquiera ha entendido cuál ha sido la contribución del gobierno de Zapatero a este régimen de miedo y espanto. Pocos son los que han conseguido ver que el socialismo de Zapatero ha banalizado el asesinato de ETA hasta límites insospechados en sociedades más o menos civilizadas. Zapatero ha conseguido trivializar el crimen de ETA más, muchísimo más que el propio nacionalismo, porque en ello le iba su supervivencia. A ese proceso de trivialización, de vivir como bárbaros, ha contribuido de modo decisivo Zapatero. Sus últimos cuatros años de gobierno sólo tuvieron un objetivo: Hacernos creer que vivir entre criminales es normal. Sin duda lo consiguió. Las diferencias entre una sociedad enferma y otra sana han desaparecido.
He ahí la conquista más "humana" de este Gobierno. Es su principal contribución a la maldad, genuina creación del hombre de todas las épocas, o sea, humana. Pocos como Zapatero sabrán transmitir a las próximas generaciones que es imposible acabar con el mal, porque éste, sencillamente, es, como el bien, parte del hombre. El resto de tareas de este Gobierno –no nos engañemos- es propaganda de sus inmundicias. Sí, el Gobierno de Zapatero pondrá en la calle, con una destreza envidiada por los regímenes más despóticos del planeta, a un criminal de ETA como si la cosa no fuera con él, como si la legislatura pasada no hubiera estado presidida por la negociación con los criminales.
Ese asunto es tan terrible, desde el punto de vista democrático, como cierto será que el criminal de ETA será reinsertado quacriminal. La específica singularidad de De Juana Chaos, o sea, su criminalidad, ha sido integrada en una sociedad que vive "muerta" de miedo. Una sociedad así, arrastrada por el mero instinto de supervivencia, es cualquier cosa menos libre y democrática. Es una sociedad a la medida del valiente Zapatero. Él es su principal conductor. Todos sus destinos obedecen a su humanísima maldad: hacer de lo patológico y criminal mera normalidad. No existe mejor definición de la España de Zapatero. ¿Qué hacer? Primero, después de superar cualquier resto de psicologismo en nuestros análisis, reconocer que el terrorismo, el nacionalismo y el socialismo han ganado. Segundo, discutamos con nuestros allegados la siguiente alternativa política: o aprendemos a vivir en el fracaso o nos entregamos enloquecidamente al régimen impuesto por nacionalistas y socialistas.
Agapito Maestre
Catedrático de Filosofía Política en la Universidad Complutense de Madrid
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