Me escribe un SMS un joven periodista, inteligente y mesurado, sobre la liberación de Ingrid Bentancourt por el Ejército colombiano. Mi amigo está impresionado por las palabras de la liberada. Corro a buscar la prensa y leo esas declaraciones. También yo quedo tocado. Eufórico. Esperanzado en los creadores de bienes en común. Leo, releo y siento que esta mujer podría ser una gran presidenta de Colombia. Mucho podemos aprender de este acontecimiento. La democracia le ha ganado una batalla al terrorismo internacional. Colombia es una referencia democrática para el mundo entero. Resulta esperanzador que Colombia tenga políticos como Uribe e Ingrid Bentacourt. La autenticidad de esta señora me reconcilia con la palabra evanescente y pública. Con la política.
El jefe de su secuestro, ha dicho con coraje e inteligencia Bentancourt, era un tipejo criminal y sin escrúpulos. Todos son parecidos. Fanáticos. He ahí una víctima sin síndrome de Estocolmo. Es una víctima reforzada por un compromiso ciudadano, político, con su nación. Grandiosa y magnánima la figura de esta señora. Ha salido íntegra. Ha salido ilesa como Jonás, el personaje bíblico, después de haber sido engullido por la ballena. Bentancourt ha heredado de los griegos la razón y de los escitas el ímpetu. Tengo la sensación de que durante su cautiverio ha desarrollado el temple de los creadores políticos. Ha mantenido erguida su pasión política, su verdad, para continuar la tradición occidental de Colombia. Esa es una pasión compartida con Uribe. Ingrid Bentancour se ha enfrentado al terrorismo. Ha ganado con la ayuda de su nación.
Sus declaraciones son un modelo de genuina política. Reflejan el mismo ímpetu racional, la misma valentía cívica que Uribe, su presidente, ha utilizado contra el terrorismo de las FARC y contra los profetas del totalitarismo mundial. Esta víctima del terror ha estado a la altura de su nación, de su presidente, durante su secuestro y liberación. Sus palabras de agradecimiento al mundo contienen vida. Devuelven con pasión lo que a ella le entregaron millones de personas durante su cautiverio: confianza en las instituciones democráticas. Son la indicación de que el terrorismo puede ser vencido sin ningún tipo de cambalache con los criminales.
Las palabras de esta mujer no han defraudado a quienes han luchado por su liberación. Gracias a las oraciones de su madre y de millones de creyentes por ella, gracias a la actuación impecable de la mayoría de los medios de comunicación, gracias a la mediación de los organismos internacionales y otras naciones y, sobre todo, gracias la persistencia de su Gobierno contra las FARC, el terrorismo ha sido vencido. Colombia, sí, el Estado colombiano es un modelo contra el terrorismo. Igual que ayer España, cuando Ortega Lara fue liberado por la Guardia Civil, era un referente mundial contra el terror, hoy lo es Colombia con la liberación de Ingrid Bentacourt. Después de abrazar a su madre y al resto de familiares, Bentancourt habló con temple modesto. Democrático. No olvidó a nadie y todo lo dejó claro. Diáfano fue su discurso. Su vida.
Su liberación es un milagro de Dios, dijo con la auténtica serenidad del creyente. Algo imposible de concebir, sin embargo, sin la actuación perfecta del gobierno colombiano: "Me siento orgullosa de mi Ejército. Ha sido una operación perfecta. No hay antecedentes históricos de una operación tan perfecta. Incluso se puede asemejar a las que realiza el Ejército de Israel." Sin contar con los ejércitos de las democracias es imposible vencer al terrorismo. La cita de Israel no puede ser más pertinente. Es el último gran país de Occidente, sí, sí, de Occidente, que defiende los valores democráticos. En fin, una persona que habla así poco después de haber sido liberada de los narcoterroristas, de uno de los "ejércitos" criminales más poderoso del mundo, apoyado por ETA, Chávez, Castro y "comprendido" por toda la izquierda mundial en general, y la española en particular, sabe muy bien de que va esta película contra el totalitarismo occidental.
Por fortuna, las declaraciones de esta mujer han sabido mostrar al mundo entero que la noticia de su liberación no es un bien privado, particular y restringido, sino una liberación universal. Democrática. Sí, por fortuna, de la noticia de este acontecimiento nos quedamos antes con la derrota del terror, o mejor, con la idea de que el terrorismo puede ser derrotado, que con la peripecia personal de Ingrid Bentancourt. He ahí el fruto del thymós que esa mujer comparte con su presidente. Los dos han ha dejado con las vergüenzas al aire a mucho "demócrata" de boquilla.
Agapito Maestre
Catedrático de Filosofía Política en la Universidad Complutense de Madrid
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