quinta-feira, 3 de julho de 2008

El símbolo de la lucha contra las FARC


«Eso le pasó por imprudente, por meterse donde nadie se lo pidió». Eso era lo que opinaban los colombianos en febrero de 2002, cuando las FARC secuestraron a la entonces candidata presidencial Ingrid Betancourt.

No la querían. Y eso se reflejaba en las encuestas, cuando punteaba el hoy presidente Álvaro Uribe, reelecto hasta el 2010. Un 0,2 por ciento de los colombianos iba a votar por Ingrid, una mujer carismática e inteligente que solía hablar sin pelos en la lengua pero que, a juicio de la mayoría, representaba más ruido que nueces y no conocía las reales necesidades de un país donde el 60 por ciento de la población es pobre.

Hija de un ex ministro

Ingrid había nacido en cuna de oro un 25 de diciembre de 1961, siendo la segunda hija de una reina de belleza y de un distinguido ex ministro. Tras graduarse en el Liceo Francés de Bogotá, viajó a París —donde su padre trabajaba como diplomático en la UNESCO— para matricularse en el Instituto de Estudios Políticos. Almorzaba en casa con personajes como los premios Nobel Pablo Neruda y Gabriel García Márquez.

Aquel día de febrero, cuando Betancourt apareció en las pantallas de televisión insistiendo que viajaría a San Vicente del Caguán, un caluroso pueblo del sur que acababa de ser retomado por el Ejército, la opinión generalizada era que recurría a otra de sus muy mediatizadas formas de hacer política para ganar puntos.

«Le advertimos que más adelante están la guerrilla», le dijeron las autoridades a Ingrid cuando la vieron avanzar con su candidata a la vicepresidencia, la abogada Clara Rojas, liberada hace unos meses junto a su hijo Emmanuel, de tres años, fruto de una relación con un rebelde. Pero Ingrid siguió adelante.

Desde entonces, Ingrid era una de la 45 canjeables, como se conocía al grupo que las FARC ofrecían intercambiar por unos 500 guerrilleros presos. Pese a que Ingrid levantaba tantas críticas, gracias a sus buenas relaciones con el poder el mundo se enteró del drama del secuestro en Colombia.

Ingrid nunca pasó desapercibida. En París conoció a su primer marido, el diplomático francés Fabrice Delloye —padre de sus dos hijos, Melanie y Lorenzo— con quien se casó en 1981 y se separó en 1990. Tras ese matrimonio, Ingrid obtuvo la nacionalidad francesa que le ha ayudado tanto en esta cruzada por su liberación, pues ha involucrado activamente al presidente Nicolas Sarkozy.

En 1989 regresó a Colombia, donde trabajó como asesora de los ministerios de Hacienda y de Comercio Exterior en el gobierno de César Gaviria (1990-1994). Luego saltó al Congreso agitando la bandera de la anticorrupción.
Hacia la presidencia

Sus combativas actuaciones dieron sus frutos: para las elecciones al Senado de 1998, obtuvo la más alta votación (158.000 votos). Pero renunció a su cargo para lanzarse a la presidencia, y luego fue raptada.

El que su secuestro haya sido el más mediatizado (recibió también el Príncipe de Asturias de la Concordia) causaba resentimiento, hasta que el 2 de diciembre de 2007, tras una mediación del presidente venezolano Hugo Chávez, se obtuvieron pruebas de vida de 17 canjeables, entre ellas Ingrid, de quien no se sabía nada desde el 2003. La imagen dio la vuelta al mundo. En un vídeo, apareció flaca, muerta en vida, con el pelo hasta la cintura. En una carta escribió que «la vida aquí no es vida, es un desperdicio lúgubre de tiempo». Hoy esos días parecen acabados.

Alejandra de Vengoechea
Corresponsal de ABC en Bogotá
www.abc.es

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