Hay noticias que pueden gustar más, menos o nada, pero que tienen explicación. Resulta perfectamente explicable por ejemplo que esté hoy enfadado el asesino en serie De Juana Chaos. Hace poco más de un año era el ser más mimado por su novia, médicos y el Gobierno de España. Era objeto de todas las preocupaciones humanitarias del ministro del Interior y símbolo de los esfuerzos de conciliación de los partidarios de la paz. Con la libertad y los honores de los suyos al alcance de la mano, era un mal menor el ser víctima del acoso de las rencorosas asociaciones de víctimas del terrorismo y de la oposición crispadora, obsesionada por dinamitar el proceso de paz. Ahora, sin que él haya cambiado en nada desde entonces su actitud ni conducta y después de cumplir un restito de pena de prisión de forma, al parecer, muy civilizada en la cárcel de Aranjuez, resulta que toda España se ensaña con él. ¿Qué otra cosa va a pensar el pobre hombre? Ya no son enemigos de la paz los asqueados por el hecho de que a este hombre cada asesinato le haya costado algo menos que un curso escolar. El propio Fiscal General se ha limpiado la toga e insta al embargo de la casa propiedad hoy de su mujer. De mimado y protegido lo quieren convertir ahora en el primer etarra al que se le expropia para compensar económicamente a sus víctimas. De Juana considera sin duda que perder un piso por matar a 25 personas es hacer el primo. De ahí que, con la ayuda de su novia mimosa y la no menos cariñosa Caja Laboral, hiciera la operación del cambio de titularidad que ahora le quieren reventar incluso quienes hace poco parecían dispuestos a regalarle uno mayor, en Amara o hasta en Miraconcha. Noticia ésta comprensible toda ella. De Juana Chaos está enfadado. Nos alegramos todos aquellos que estábamos enfadados cuando él se sentía tan feliz. También nos alegramos de que ahora ayuden a que esté enfadado aquellos tan celosos en su día de colmarle de felicidad.
Otros hechos carpetovetónicos son menos explicables. ¿Alguien sabe a santo de qué se concede apoyo oficial y máximo patronazgo a una conferencia organizada por la teocracia de Arabia Saudí en España cuya única pretensión es equiparar el islam más radical al resto de las religiones? Algún malpensado sugerirá sin duda de que al Gobierno español en su fobia a la Iglesia Católica le viene bien esta equiparación entre el cristianismo y un islam versión saudí que esclaviza a las mujeres y a los infieles, decapita, lapida y mutila a delincuentes, discrepantes y homosexuales. Si la fantasmal Alianza de las Civilizaciones no es sino una boutade del Líder Mundial de la Bondad, esta conferencia es un disparate. Cuando entre sus objetivos se señala la «coordinación de posturas para contrarrestar comportamientos contrarios a la naturaleza» o la consolidación de «prácticas sociales contra el libertinaje» a más de uno se nos hiela la sangre. El Rey Saudí tiene formas más sencillas y baratas de promover el diálogo entre las iglesias y es la de tolerar la práctica del cristianismo en su país y permitir la construcción de una iglesia en su territorio. No somos tan osados como para pedir plena reciprocidad. No hace falta que sean tantas como mezquitas financia su reino en nuestro país. Basta con una. Mientras, por favor, no nos tomen el pelo.
Hermann Tertsch
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