Una imagen de la pareja de galaxias Arp 147, captada por el telescopio espacial 'Hubble' en noviembre de 2008. (Foto: Reuters)
Hace cuatro siglos, Galileo miró al cielo con un telescopio. Y lo que vio no aparecía en ningún libro. Ninguna autoridad clásica había previsto montes o mares en la Luna, fases en Venus, astros que orbitaran en torno a Júpiter, o las miríadas de estrellas desconocidas antes que aparecían allí donde apuntaba un simple canuto de cartón con dos lentes toscamente pulidas.
En 1609, con Galileo nacía una astronomía nueva, basada en la observación y que a la vez estaba libre de los prejuicios de seguir los dogmas y, por ello, necesariamente se enfrentaría siempre contra ellos. Poco menos de 1.000 kilómetros al norte, en Praga, Kepler estaba ese mismo año acabando también el tratado fundacional de esa nueva astronomía que, además de basarse en la observación, tenía un sólido aporte teórico de las matemáticas y una mecánica que, ciertamente, no nacería hasta medio siglo después con Newton.
Fue uno de los primeros momentos de la historia de la modernidad, un tiempo fundacional de una ciencia que también se convirtió en motor de cambio y progreso. Nacida del tesón de investigadores que comprendieron que el conocimiento no era algo que pudiera hurtarse al resto del mundo, simplemente porque no casaba con los deseos de quienes detentaban el poder y el control del pensamiento.
La celebración en 2009 del Año Internacional de la Astronomía sigue siendo una reivindicación por el papel de la ciencia para transformar el mundo. Especialmente el de una ciencia, la astronómica, que parece hablarnos de mundos ajenos e intangibles, de elucubraciones lejos de nuestra realidad.
Si no hubiera existido Copérnico, las revoluciones sociales llevarían otro nombre, pero no el del movimiento de los astros en torno al Sol. Sin Galileo o Kepler, ¿qué mundo tendríamos ahora? ¿El de los príncipes de una iglesia que se negó a mirar a través de un telescopio simplemente porque no querían conocer la realidad si no estaba contada en enormes y lujosos libros miniados?
En esta celebración, sólo en España, se están movilizando desde la base miles de aficionados y profesionales de la astronomía, decenas de centros de investigación y museos y planetarios, centenares de agrupaciones astronómicas y colegios y, esperamos, millones de personas que podrán mirar al cielo como lo hizo Galileo, y participar en miles de actividades que se han podido organizar porque hay mucho heredero de Galileo y Kepler que sigue convencido de que estas cosas cambian el mundo, especialmente cuando son parte de nuestra vida, de la de todos. La astronomía es una revolución constante. Y tienes que ser parte de ella. Estás invitado.
Javier Armentia
Blog Cosmos - http://www.elmundo.es/elmundo/blogs/cosmos/index.html
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