sexta-feira, 20 de março de 2009

¿Dónde se ha metido el calentamiento global?

Imagine que el panorama de los últimos meses hubiera sido éste: la mitad del país sufriendo el invierno más cálido en mucho tiempo, ni rastro de nieve en numerosos estados del norte; nuevos estudios hablando de misteriosos aumentos de las temperaturas, superiores a los previstos por los modelos informáticos, media Canadá celebrando la Navidad sin un mal copo de nieve en el jardín...
Si ése fuera el panorama, ¿estarían hablando constantemente del tiempo en los telediarios? ¿Llevarían los periódicos el clima a sus portadas? ¿Clamarían los políticos que el calentamiento es peor de lo imaginado? ¿Colgarían los ecologistas por los pies a los "negacionistas"? Claro que sí. Claro que sí. Claro que sí. Claro que sí.

Pero lo cierto es que las cosas han ido por muy otros derroteros.

Hemos soportado un invierno inusualmente severo, con nevadas en lugares tan inverosímiles como Nueva Orleans, Las Vegas, Alabama o Georgia. Todas y cada una de las provincias del Canadá amanecieron cubiertas de blanco la pasada Navidad, algo que no sucedía desde hacía 37 años. En Europa hubo una ola de frío tan salvaje que en la Riviera francesa el tránsito ferroviario hubo de suspenderse y en Roma tuvieron que dar té caliente a los monos del zoo para que no se congelaran. El otro día supimos, gracias a datos obtenidos vía satélite, que tres de los Grandes Lagos –el Erie, el Superior y el Hurón– están congelados casi por completo. En Washington DC, lo que se suponía iba a ser una manifestación masiva contra el cambio climático se vio eclipsada por la nevada más copiosa de la temporada, que a punto estuvo de paralizar la capital por completo. 

Por su parte, el National Snow and Ice Data Center ha reconocido que, debido a un error de funcionamiento de unos sensores satelitales, ha venido subestimando el tamaño del hielo marino en el Ártico en unas 50.000 hectáreas, un área del tamaño de España. En un nuevo estudio, los investigadores de la Universidad de Wisconsin Kyle Swanson y Anastasio Tsonis concluyen que el calentamiento global podría estar entrando en una fase de remisión que podría durar décadas. El enfriamiento actual "no se parece a nada que hayamos visto desde 1950", ha declarado Swanson a Discovery News

Sí, enfriamiento global: 2008 fue el año más frío de la década

Nada de esto demuestra de manera concluyente que hayamos entrado en un periodo de enfriamiento global, o que las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono no sean el principal responsable de las temperaturas, o que la preocupación por el calentamiento sea una exageración. Conviene insistir en que los episodios climáticos puntuales no equivalen a una tendencia general.

Ahora bien, teniendo en cuenta la atención que habría merecido una ola de calor comparable a la fría que hemos sufrido, o un estudio que incidiera en las tesis del calentamiento, ¿no debería estar teniendo algo más de repercusión el frío hemos pasado este invierno, así como la ausencia de calentamiento alguno en los últimos diez años? ¿Es que sólo son dignas de crédito las voces de los apocalípticos?

No debería avergonzar a nadie el reconocimiento de que a la ciencia aún le queda mucho camino por recorrer hasta que pueda entender el clima de la Tierra, tan complejo y cambiante. Lo que debería mover al sonrojo sería, precisamente, no reconocer semejante evidencia. Los modelos que tanto airean los agoreros "no llegan a describir el mundo real", explica el eminente físico Freeman Dyson. "El mundo real es voluble y caótico, y está lleno de cosas que aún no comprendemos".

Pero para muchas personas la ciencia del clima no es tan importante como la religión del cambio climático. Cuando, el otro día, Al Gore insistió en que no puede haber debate acerca del calentamiento global, no desplegaba la autoridad de un hombre de ciencia, sino el dogmatismo cerril de un zelote.

El dogma y la intransigencia tienen sus virtudes, qué duda cabe. Pero si queremos entender qué ha pasado con el calentamiento global, tenemos que pertrecharnos de herramientas más adecuadas.


JEFF JACOBY, columnista del Boston Globe.

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