Es profundamente perverso identificar el aborto con una conquista de la mujer o del progreso, cuando se trata precisamente de lo contrario. Hoy, exactamente igual que ayer, un aborto es la constatación de un gran fracaso. El reconocimiento de nuestra incapacidad para responder como colectivo a una necesidad individual de primer orden. Una manifestación flagrante de impotencia y cobardía.Colgársela al pecho cual medalla al mérito feminista, como ha hecho Zapatero a través de Aído, cuyo Ministerio justifica de este modo su existencia, refleja hasta qué punto carece de ideas y recursos este Gobierno de indigentes.
Disfrazan con eufemismos tipo «interrupción voluntaria del embarazo» la auténtica naturaleza de este acto, precisamente porque intuyen el rechazo que ha de despertar en cualquier conciencia decente ese término sinónimo de agresión mortal a un inocente indefenso. Aprovechan la crisis galopante que nos azota para colarnos de rondón su ley-matadero, con la esperanza de amortiguar las protestas de quienes pensamos que lo progresista es utilizar los quirófanos para salvar vidas y no para aniquilarlas. Y no contentos con ampliar los márgenes de impunidad que hicieron posible el año pasado la perpetración de más de 100.000 abortos en España, se empeñan en convencernos a todas las féminas de que ésta es la forma de avanzar en la ampliación de nuestros derechos, hacia la consecución de la igualdad.
Pues no, señora Aído. No, señor Zapatero. La igualdad consiste en poder ser madre y conservar un trabajo, a diferencia de lo que ocurre ahora en demasiadas ocasiones. La igualdad consiste en poder ser madre y recibir ayuda para alimentar a tus hijos, si es que estás en el paro. La igualdad consiste en tener las mismas oportunidades que un varón a la hora de optar a un puesto cualquiera. La igualdad consiste en que no te formulen esa pregunta intolerable de: «¿Piensa usted quedarse embarazada en el fututo próximo?». La igualdad consiste en que haya guarderías para todos los niños que nazcan. La igualdad consiste en que no te veas obligada a elegir entre tu deseo de ser madre y tu voluntad de ocupar el lugar al que aspiras en la sociedad.
La igualdad pasa necesariamente por el ejercicio de la responsabilidad.El feminismo es un trabajo muy serio, muy laborioso y muy meritorio como para ensuciarlo haciéndolo cómplice de este fraude. El progresismo debería ser un camino hacia el progreso y no un regreso hacia soluciones que ya se practicaban en la Antigüedad, cargando todo su peso a hombros de las mujeres, exactamente igual que hoy.
Isabel San Sebastián, periodista y escritora.
www.elmundo.es
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