No me pregunten si era alondra o ruiseñor, petirrojo o mirlo, pájaro único y mágico o mera ilusión, pero ayer, once de marzo, lo oí trinar. Y era el mismo que me saludaba hace veinticinco años en mis paseos de madrugada por el parque de Schönbrunn en Viena. Perfecto e igual. Supongo que son añagazas de la memoria. Trucos del sentimiento. Son los mecanismos que nos dejan hurtarnos al presente para revivir las grandes emociones de la vida que se alejan en el tiempo, sin piedad. Los que despiertan una Séptima de Brückner, el Réquiem de Mozart o el Kindertotenlieder de Mahler, no ya como placer presente sino evocación del pasado. Como el poso en el alma de todo lo que sentimos alguna vez y que yace siempre oculto salvo en estos guiños nuestros a aquellos que fuimos.
Cinco años hace de aquel día en que nos despertamos los españoles con un sobresalto que segó 191 vidas, destruyó miles de existencias y cambió un poco a todos. Y mucho a este país. No tiene sentido pensar sobre lo que habría ocurrido de no haber pasado aquello. Como no tenía sentido para Mahler pensar en por qué había muerto su adorado hijo pequeño. Él hizo su luto de la forma más maravillosa posible. Nosotros deberíamos ser capaces al menos de mantener una cierta capacidad de luto. Como el trino del pájaro ignoto, esa capacidad de luto es el mejor lubricante para los mecanismos del alma que hacen mejores a las personas y por tanto a las comunidades. También a las naciones. Alexander y Margarete Mitscherlich escribieron hacen muchos años un libro clave para entender y asumir el luto que se titula «Die Unfähigkeit zu trauern» (La incapacidad para el luto). Fue una obra capital en el proceso de regeneración de una sociedad, la alemana, que después de la guerra, acosada por la culpabilidad, intentó sustraerse al padecimiento de las víctimas de aquella tragedia de dimensiones bíbilicas que fue el Holocausto y la Segunda Gran Guerra. Venía entonces a contarnos el matrimonio de psicoanalistas que eran los Mitscherlich que sin luto por las víctimas ninguna sociedad puede desarrollarse de una forma sana y creativa. Supongo que pocos habrán leído a Mitscherlich en el Partido Socialista de Madrid. Tantos como en el Partido Popular supongo. Pero quien sí ha entendido al matrimonio de sabios alemanes es Inés Sabanés, que ayer estuvo junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en el acto de luto en la Puerta del Sol. Sabanés discrepa probablemente mucho más que Tomás Gómez de la política de Aguirre. Pero está claro que esa gran señora de la izquierda madrileña entendería muy bien a Mitscherlich y sabe distinguir muy bien entre lo que es la política y lo que es el trino del pájaro mágico, la rememoración, el luto por los que se fueron y el luto por nosotros que les seguiremos. Y el valor fundamental que para una sociedad libre de individuos libres tiene los actos que nos definen y forman ante un presente siempre arriesgado. Ante un futuro en el que la esperanza siempre debe basarse en el respeto y homenaje continuo a quienes nos dejaron, nuestros padres y nuestras víctimas.
Hermann Tertsch
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