sexta-feira, 27 de março de 2009

Obama y el 11-M


Ni Obama es Zapatero, ni los Estados Unidos bromean con la diplomacia, ni con los asuntos de política internacional. Cuando el presidente americano pronuncia un discurso, cuando al presidente americano le escriben un discurso, cada palabra y cada frase están medidas al milímetro, para estudiar todas las posibles lecturas y garantizar que se consiga el efecto que se busca. Especialmente en el campo internacional, en el que la idiosincrasia de cada nación, las diferencias culturales y los usos diplomáticos imponen un terreno de juego mucho más complejo que en política doméstica y donde cada palabra se convierte en un arma de doble filo.

No responde a la casualidad ni a ningún tipo de despiste, por tanto, que al hablar de la guerra contra el terrorismo internacional y repasar la lista de atentados de Al Qaeda, el presidente americano haya evitado cuidadosamente mencionar el 11-M.

Lo cual tiene una doble lectura. Por un lado, la constatación de que los Estados Unidos no consideran que la masacre de Madrid sea de la misma naturaleza que el 11-S, que los atentados de Bali o que el 7-J. Mientras que los atentados de Nueva York, Londres o Indonesia fueron organizados por esa red difusa que hemos convenido en denominar Al Qaeda, los atentados del 11-M fueron... otra cosa. No sabemos quién es el responsable, pero sí quién no lo es. Lo cual, dicho sea de paso, no constituye una sorpresa para nadie que haya seguido las investigaciones realizadas por los medios de comunicación independientes en España. Lo mismo que no constituye sorpresa alguna para quienes simplemente se hayan leído la sentencia del 11-M sin ningún tipo de apriorismo: la propia "verdad judicial" establece que Al Qaeda no fue quien ordenó asesinar en Madrid a 193 personas.

La segunda lectura de las palabras de Obama es más sutil. Puestos a enumerar atentados de Al Qaeda, podía haber elegido otras formulaciones en las que no quedara tan patente la opinión que los servicios de inteligencia americanos tienen sobre el 11-M. No era necesario hacer tan evidente la omisión del atentado de Madrid. Se podía haber optado por condenar el 11-M a un silencio menos clamoroso, menos llamativo.

Estamos, por tanto, ante un deseo consciente de enviar un mensaje. ¿Por qué ese deseo? ¿Y por qué ahora? Y, sobre todo, ¿quién es el destinatario? ¿Tal vez un Zapatero que parece haber perdido definitivamente el norte en materia de política internacional, protagonizando en Kosovo con Obama una espantada no menos peregrina que la que protagonizó en Irak con Bush? No parece demasiado lógico que esa sea la razón. La última metedura de pata de Zapatero no pasa de ser una muestra de mala educación que dice muy poco de nuestra fiabilidad como país, pero que no causa ningún problema grave ni a Estados Unidos, ni a los restantes aliados presentes en Kosovo.

Lo más probable es que no haya un destinatario concreto y que la intención del mensaje no sea otra que dejar claro que existen serias dudas sobre la naturaleza real de la masacre de Madrid. Pero, ¿por qué esas dudas? ¿De qué información disponen los Estados Unidos para tener tan claro que la masacre de Madrid se sale del marco de esa lucha contra el terrorismo internacional que va a constituir uno de los ejes de la política de Obama en los próximos años?

Luis del Pino
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/

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