quarta-feira, 14 de janeiro de 2009

Antisemitismo

Más allá de la natural repugnancia moral que a cualquier ser humano le suscitan las imágenes de las víctimas de Gaza; más allá del cada vez más evidente alejamiento de la justicia con que Israel defiende a sangre y fuego su razón de Estado; más allá de la sagrada libertad que asiste a cada cual para expresar su rechazo a la violencia como recurso, y más allá incluso del manifiesto doble rasero con que cierta opinión pública juzga los actos de guerra judíos sin expresar una mínima condena del terrorismo palestino que los antecede y que con toda seguridad los sucederá; más allá de todo eso, que al fin y al cabo no representa nada nuevo tras varias décadas de conflicto irresoluble en Oriente Medio, resulta imprescindible denunciar el alarmante conato de antisemitismo que está brotando en una parte de la izquierda, frívolamente dispuesta a aceptar el sesgado argumento propagandístico de un nuevo genocidio supuestamente perpetrado por el pueblo que sufrió el mayor horror de la Humanidad contemporánea.

Esta peligrosísima simplificación, patente en los lemas y eslóganes coreados en las recientes manifestaciones contra la invasión de Gaza, constituye una perversión histórica cuya responsabilidad interpela directamente a la dirigencia de la izquierda española, y muy en especial a un Partido Socialista que sostiene al Gobierno legítimo de la nación. El partido que reconoció, no sin dificultades, a Israel durante el mandato de Felipe González no puede hacerse cómplice de una versión manipulada e interesada de los hechos que exhuma con descarnado oportunismo la acusación de holocausto -¡holocausto!- mientras minimiza o cubre con sospechoso silencio la reiterada actividad terrorista de una facción palestina cuyo programa político está presidido por el exterminio de la nación judía. Ninguna represalia desproporcionada, ningún acto de brutalidad o barbarie del Tsahal en su incursión invasora justifica la grave falsificación del contexto que está desembocando en la resurrección del irracional fantasma antisemita, agitado sin pudor por una izquierda radicalizada que se calienta a sí misma en su propia estrategia de movilización callejera.

Lo más desalentador es que no hayan surgido voces sensatas en el propio socialismo que pongan pie en pared ante esta tergiversación escalofriante motivada por un cínico ardor propagandístico. Y que el propio presidente Zapatero dé alas al creciente argumentarlo antijudío con maniqueísmo impropio de un gobernante que trata de erigirse en mediador de la pazzzzzzz. ¿Qué paz, qué clase de ética política se puede construir a partir de la gigantesca monstruosidad, del atroz pragmatismo de cabalgar sobre la ola de la agitación de los peores demonios de la Historia? ¿O es que no basta con desenterrar los espectros de la memoria española de la sangre y hay que exportar la ideología del odio?

Una vez dijo el propio Zapatero que prefería jugar con las palabras a golpear con ellas. Pero hay palabras que se cargan solas de metralla inmoral, y explotan como bombas de racimo sobre una sociedad que tiende a olvidar las lacras de su pasado. La responsabilidad de un gobernante consiste también en poner límites a ese coqueteo suicida con la llave de la caja de Pandora.

Ignacio Camacho
www.abc.es

Nenhum comentário:

 
Locations of visitors to this page