quinta-feira, 5 de março de 2009

En el corazón del infierno

Este es un libro imposible de reseñar en España. Porque lo es comentar y recomendar la lectura de un testimonio crucial de la Shoá a quienes ignoran la mayor catástrofe humana registrada en Europa en el siglo XX. Es uno de los rasgos diferenciales de este país, junto con su pueril antiamericanismo y su antisemitismo troglodita.

Probablemente a su aislamiento del resto de Europa y del mundo a secas durante la Segunda Guerra Mundial y al menos hasta fines de la década de 1950 debe España la permanencia de estos tres rasgos. El papel desempeñado por Estados Unidos en la derrota del nazismo no es en España una experiencia legada por los mayores a sus descendientes, como sí lo ha sido en Francia, Alemania e Italia; en el mejor de los casos es un argumento de película, una trama ficticia. Y de que España es hoy el país más antisemita de Europa dan fe todos los sondeos de opinión, el más reciente de los cuales informa de que tres cuartas partes de los encuestados en este país piensan que es "probablemente cierto" que los judíos ejercen un poder excesivo en el mercado financiero global. No estaba pensando en esto Américo Castro cuando atribuía el fenómeno de las tres culturas a la "matizada occidentalidad" de España, pero es un hecho que éste es hoy el país de Europa Occidental donde el odio a Estados Unidos, a Israel y a los judíos adquiere niveles comparables a los registrados en algunos países hispanoamericanos y en todos los musulmanes.

Si la idea que se hacen los españoles de los actuales judíos es mayoritariamente negativa y tributaria de rancios mitos antisemitas, en lo que respecta a la que se hacen del Holocausto sólo puede decirse que es pobre y desinformada. En España se sigue confundiendo, por ejemplo, el vasto universo concentracionario nazi con los campos especializados en el exterminio sistemático, y se pone alegremente en un mismo plano Buchenwald y Mauthausen y los seis campos polacos (Chelmno, Treblinka, Majdanek, Sobibor, Belzec y Auschwitz-Birkenau) que tuvieron el exterminio de los judíos como única finalidad. Y es muy revelador de la falta de interés por la Shoá que la célebre película homónima de Claude Lanzmann no se haya vuelto a programar en sala desde su estreno, en 1986, o que la summa historiográfica sobre el Holocausto –La destrucción de los judíos europeos, de Raoul Hilberg– haya tardado más de tres décadas en encontrar editor.

Primo Levi.
Vuelvo al comienzo: cómo recomendar, en semejante contexto, el excepcional documento que es En el corazón del infierno. Para empezar, diciendo lo que no es. A diferencia de la mayoría de los testimonios de la Shoá, los dos manuscritos que se incluyen en esta edición fueron escritos por un testigo directo que no sobrevivió al Holocausto. Para decirlo con la ya clásica distinción de Primo Levi: su autor fue uno de los testigos que se hundieron, no una de las víctimas que logró salvarse. Esta es la primera y, sin duda, la más espectacular excepcionalidad del documento de Zalmen Gradowki: que lo escribió en el infierno, y no después de haberlo abandonado. Junto con otros miembros del Sonderkommando de Birkenau, Gradowski decidió contar su vida antes y después de su deportación. Todos ellos eran conscientes de que no sólo estaban condenado a desaparecer, como habían desaparecido sus predecesores del comando especial, sino que además tenían el terrible privilegio de ser, junto a los SS, los únicos que conocían de primera mano los principales detalles del proceso de destrucción en su etapa final: el gaseamiento en las cámaras, la retirada de los cuerpos, su incineración, la dispersión de las cenizas.

Con motivo de la prepublicación en España de un pasaje del documento de Gradowski, ya presenté en su día al autor y los manuscritos de los miembros del Sonderkommando, y describí someramente las funciones de este escuadrón de trabajo. Podría limitarme a remitir al lector al preceptivo lugar, pero como no siempre se atiende a las referencias externas, y como tengo poco que añadir a lo que ya  escribí entonces, me atreveré a cometer la descortesía, que siempre lo es, de citarme a mí misma:
¿Cuáles eran las funciones de los Sonderkommandos? ¿Quiénes los integraban? ¿Durante cuánto tiempo y en qué condiciones operaron? Resumiendo, los Sonderkommandos eran escuadrones especiales de trabajo, destinados a operar en las cámaras de gas y los crematorios. Todos sus miembros eran deportados judíos. Hubo Sonderkommandos en los seis campos de exterminio para judíos construidos en territorio polaco (...). Los de Auschwitz fueron los más numerosos, y uno de ellos protagonizó la única revuelta que se produjo en este campo. Estaban obligados a retirar los cadáveres de las cámaras, limpiarlas y prepararlas para el siguiente gaseamiento, conducir los cuerpos al crematorio anexo y quemarlos. Asimismo, debían dispersar las cenizas en los lugares designados a este efecto. Vivían en régimen de estricto aislamiento respecto de los otros prisioneros del campo. Gozaban del privilegio de una ración extra de comida y, ocasionalmente, bebidas alcohólicas. Periódicamente eran, a su vez, exterminados en las cámaras de gas y reemplazados por otros deportados. En la primavera de 1944, cuando se inició el gaseamiento masivo de los judíos húngaros deportados a Auschwitz, el Sonderkommando de Birkenau estuvo integrado por un millar de hombres que trabajaban en equipos por turnos de doce horas ininterrumpidamente.

Todos los manuscritos hallados fueron enterrados in situ, siendo conscientes sus autores de que ellos mismos estaban destinados a morir en las cámaras de gas y ser reemplazados por nuevos equipos especiales. La mayoría se presenta en estado fragmentario, muy degradado el soporte por las condiciones de conservación hasta su desenterramiento. Tres manuscritos sobresalen por su entidad y calidad de escritura, los debidos a los judíos polacos Zalmen Gradowski, Lejb Langfus y Zalmen Lewenthal. Los tres ingresaron en Auschwitz en diciembre de 1942 y fueron seleccionados para trabajar en el Sonderkommando. Excepcional en este grupo minoritario es el documento elaborado por Zalmen Gradowski, desenterrado el 5 de marzo de 1945 en las excavaciones cercanas al Crematorio III de Birkenau realizadas por una comisión de investigación soviética. Este documento consta de dos manuscritos: un cuaderno de 14,5 x 9,5 cm y 91 páginas numeradas (de las que se ha perdido una docena), y un segundo manuscrito de dos páginas fechadas el 6 de septiembre de 1944. Gradowski, originario de Suwalki, ciudad polaca fronteriza con Lituania, pertenecía a una familia de comerciantes muy religiosos. Ya deportado e integrado en el Sonderkommando, fue un miembro activo del movimiento clandestino de resistencia, y es probable que haya sido asesinado durante la revuelta del Sonderkommando de octubre de 1944. Conviene señalar que los miembros de los Sonderkommandos, lejos de ser las "bestias feroces" a las que se refería Levi en 1945 o aquellos "judíos colaboracionistas" que fustigaba el relato canónico elaborado en Israel después de la guerra , fueron los únicos judíos deportados a Auschwitz-Birkenau capaces de organizar una revuelta en la que perecieron varios SS. La redacción del testimonio personal de sus miembros también se inscribe en una lógica "política", en el sentido más amplio de la palabra: conscientes de su inminente desaparición, hicieron el esfuerzo (sobrehumano, habida cuenta de sus condiciones de vida) de poner por escrito el horror del que eran testigos y del que se les obligaba a ser partícipes, con la expresa voluntad de evitar que todo ello pereciera en el olvido.
Respecto de la primera edición exenta del testimonio de Gradowski, a cargo de la editorial francesa Kimé, que reproduce sólo el manuscrito más extenso (el llamado "segundo manuscrito"), la actual edición de Anthropos es completa o integral, ya que reproduce los dos manuscritos de aquél. Los responsables tanto de la edición francesa como de la española, Philippe Mesnard y Carlo Saletti, son reconocidos especialistas de la literatura testimonial de la Shoá. Los textos de Gradowski han sido traducidos directamente del ídish por Varda Fiszbein, quien da una versión a la vez fidedigna y sensible a la dimensión literaria de los manuscritos. Y como fui la primera en mostrar interés en España por este documento, que estuve a punto de editar, quiero agradecer al editor español, Esteban Mate, que haya puesto todo su empeño en poner al alcance del lector una obra de referencia absolutamente insoslayable, al menos para quienes no nos resignamos a padecer una de las consecuencias más ingratas de la "matizada occidentalidad" de España.


ZALMEN GRADOWSKI: EN EL CORAZÓN DEL INFIERNO. Anthropos (Barcelona), 2008, 226 páginas.

Ana Nuño
http://libros.libertaddigital.com

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