«Los atentados nos dan cada vez más asco», nos gimoteaba ayer desde Ajurianea un Juan José Ibarretxe incapaz de percibir la visita tramposa que le estaba haciendo en aquel instante el psicoanalista vienés. Sigmund Freud de paseo por Ajuriaenea. Como la mayoría no sabemos cuánto asco es capaz de sentir el lendakari, alguien debería haberle preguntado desde cuándo percibe cierto asquillo a los atentados, cuando el asco comenzó a aumentar y si este último atentado en Santoña le produce ya un ascazo inaguantable o si todavía, con ser mucho, lo considera soportable. No vamos a ser injustos. Seguro que Ibarretxe lamenta la muerte de ayer como todos los demás políticos que condenan el atentado y como toda la gente de bien. Pero habrá de comprender que aquellos que hemos sentido siempre todo el asco posible hacia los atentados, sintamos ya insoportable la náusea. Por los crímenes, pero también por la invariable matización que siempre llega. Y vendrá.
La declaración conjunta y unánime de los partidos es casi impecable. «Reunidos en el Congreso de los Diputados, máxima expresión de la soberanía popular (era mucho pedir el término «soberanía nacional») queremos expresar nuestra unidad y firmeza frente al terrorismo. Creemos en la libertad y la democracia consagradas en la Constitución Española. Proclamamos que en ella no cabe la violencia y reiteramos nuestra voluntad de combatir con coraje y fortaleza democrática a la organización terrorista ETA hasta derrotarla definitivamente a través de la fuerza exclusiva del estado de derecho». Después sentencia: «A los autores de este atentado y al resto de los terroristas sólo les espera la aplicación de la ley, la acción policial y el ejercicio de la justicia». Demasiado bonito para ser cierto. Aunque explicable por el hecho de que aun no ha sido enterrado Luis Conde.
Las salvedades llegarán pronto. De momento ya resulta significativo que algún medio socialista pretenda que «es la primera vez que en una declaración de este tipo el PP no expresa ninguna objeción». Ahí está otra vez Freud, no como «lapsus», sino como obstinación en la mentira o culminación del cinismo. Lo cierto es lo contrario. Los únicos partidos firmantes que siempre han defendido lo que este comunicado expresa son el PP y el UPyD de Rosa Díez. Todos los demás han afirmado y defendido todo lo contrario en el pasado reciente. Y volverían a hacerlo en cuanto vieran otra «oportunidad». El primero el propio Zapatero, con sus veleidades ante cantos de sirena. Ahora, con su coro de inventores del pasado, nos quiere hacer creer que existe una perfecta coherencia entre su posición de antaño y la que pretende defender en la actualidad. Ésta no es otra que la defendida por la AVT, el Foro de Ermua, el PP y Rosa Díez, todos ellos descalificados y vilipendiados por ello en su día. El intento mismo de fabricar esta inexistente coherencia -y descalificar ahora a quienes la recuerdan- alberga la sempiterna falta de honestidad intelectual y política de Zapatero. Y en ésta radica su nula credibilidad.
Hermann Tertsch
www.abc.es
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