sexta-feira, 26 de setembro de 2008

Genocidas Unidos


Genocida es, según el diccionario, aquel que acomete el exterminio de un pueblo por razones de raza o religión. La ONU y otras instancias internacionales lo consideran un crimen contra la humanidad que debe ser punido con la más severa de las penas posibles. En Europa, sin ir más lejos, hemos creado un tribunal internacional para perseguir y castigar a los responsables de las horribles matanzas de los Balcanes.

Pero la humanidad haría muy mal si tuviera que esperar a que el genocida hubiera satisfechos sus objetivos para actuar contra él (o ella). Si la apología del terror también es un delito y debe ser penada, a la apología del genocidio le sucede lo mismo. Así se contempla en la Convención internacional contra el genocidio, de la que España es signataria.

Ahmadinejad, el actual presidente iraní, se aprovecha de un foro como la ONU para gozar de total impunidad y anunciar así al mundo que ansía el exterminio del pueblo de Israel. Que no es sino, entre otras lindezas, lo que dijo el pasado martes en la sede de las Naciones Unidas. Para más colmo, Mahamud Ahmadinejad, es reincidente, pues se ha acostumbrado a lanzar sus amenazas contra Israel sin que nadie se atreva a rechistarle.

Cuando el foro que para muchos debía servir de gobierno mundial se convierte en una parodia de mal gusto (como aquella comisión de desarme presidida por Saddam Hussein, o el comité de derechos humanos por Libia) o en un circo político (Chávez oliendo a azufre, rastro inequívoco del «diablo» Bush), poca confianza puede inspirar como Organización. Pero cuando se olvida de sus propias convenciones y permite que su estrado se utilice para alentar actos de genocidio, se está desacreditando como una institución cuyo fin es el respeto de la dignidad humana y la paz mundial.

Ahmadinejad no debe gozar de impunidad diplomática alguna. Tiene que ser responsable de sus palabras y actos. Debe ser encausado por incitación al genocidio. Si no, la propia ONU será cómplice de sus crímenes.

Rafael L. Bardají
www.abc.es

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