sexta-feira, 26 de setembro de 2008

¿Un genocidio cultural?

Los nacionalismos han ganado la batalla de los idiomas. El estudio de la lengua común ha quedado reducido a un par de horas semanales. La persecución del castellano es sistemática en Cataluña, País Vasco Galicia y, en buena medida, en Baleares. ¡El español, prohibido en España!

¿Paradójico? Es el triunfo de los totalitarismos etnicistas y la derrota de la conciencia española. Estamos ante el fracaso del sistema democrático mismo. Lo que iba a ser la recuperación de los idiomas perseguidos durante el franquismo se ha convertido, después de sucesivas inmersiones de la población, en la implantación de un nuevo monolingüismo.

¿Y los dos grandes partidos? ¿Qué actitud mantienen los dos grandes partidos ante este inmenso desastre? Los socialistas, que vienen favoreciendo sin reservas la misma política lingüística que los nacionalistas, se empeñan en negar los hechos. Mientras, el Partido Popular, abrumado por sus contradicciones según las regiones, no es capaz de proponer la solución del bilingüismo. Ni ahora como principal partido de la Oposición, ni durante los ocho años en los que gobernó en España.

El hecho de que desde el poder central se esté negando tal estado de cosas indica hasta qué punto resulta difícil justificar la barbarie. Desearían que la hegemonía de las lenguas regionales fuera tal que no llegaran a producirse denuncias. Ocurre, sin embargo, que la violación sistemática de los derechos de los niños a ser escolarizados con derecho al estudio y el uso de la lengua materna se prolonga más allá de la escuela: el idioma como instrumento de discriminación social y laboral. Las dos sociedades.

Si Josep Benet tuvo razón en su día cuando escribió «L´Intent franquista de genocidi cultural contra Catalunya», ¿cómo deberíamos calificar la persecución que está padeciendo en este régimen la población castellano-hablante en las llamadas nacionalidades y, ahora, en Baleares?Pocas manifestaciones más justificadas que la promovida por Ciudadanos para el domingo, en la plaza barcelonesa de Urquinaona.

César Alonso de los Ríos
www.abc.es

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