sábado, 27 de setembro de 2008

Paul Newman, una lección de cine y un ejemplo vital

Tan discreto en la vida como en la muerte, el legado cinematográfico de Paul Newman es mayúsculo. Más de sesenta películas como actor, seis como director, guionista, productor... Fue un inconformista que se revolvió contra su destino: por su físico, estaba predestinado a convertirse en uno más de los galanes dóciles que poblaban Hollywood.

Sin embargo, logró desembarazarse de las ataduras de los grandes estudios en una lección de firmeza e independencia que le llevó a hilvanar una carrera cinematográfica coherente y sólida donde no se puso límites interpretativos. Nunca fue un actor acomodaticio: sólo hay que ver sus interpretaciones en «La gata sobre el tejado de zinc», «El buscavidas», «Dos hombres y un destino» y «Veredicto final», y algunos de sus títulos como director como «Raquel, Raquel».

En su vida privada también fue un ser singular. Lejos de los vaivenes sentimentales de los actores que pueblan Hollywood, llevaba casado medio siglo con Joanne Woodward, con quien compartió una forma de entender la vida. Comprometido con su tiempo, dedicó parte de su fortuna a fines sociales. Si la muerte engrandece a los mitos y amplifica su legado, en el caso de Paul Newman, en vida ya era una leyenda. Como de una de sus películas, nada más y nada menos que «La leyenda del indomable».

Editorial
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