quarta-feira, 24 de setembro de 2008

Lecciones aún no aprendidas


¿Cuántos más tienen que morir para que un importante segmento de los vascos se den cuenta de que ETA no representa sus valores más preclaros? ¿Cuántas más familias tienen que ser destrozadas para que se percaten de que los etarras no son héroes, sino cobardes asesinos? ¿A cuántos más funerales habremos de asistir para que cale entre aquellos nacionalistas que ETA no viene a liberarlos, sino a someterlos a la misma opresión que hoy somete a los no nacionalistas? ¿Qué más tiene que hacer ETA para demostrar que no significa el futuro de Euskadi, sino su fuerza más retrógrada y oscura, la que se opuso a la romanización, al liberalismo, a la actual globalización?

El asesinato de Luis Conde no responde a estas preguntas, que dependen de los vascos. Pero responde a otras muchas, importantes todas ellas. La primera, que ya no vale decir que el problema de ETA es un problema político. Es un problema delictivo, y por tanto, policial y judicial. Así que el que vuelva a hablar de negociación, no importa su cargo, rango o condición social, es un cómplice de la banda terrorista y de sus crímenes. La segunda cuestión que queda aclarada es que sobran declaraciones enfáticas al estilo de «No nos rendiremos a la barbarie», que tanto gustan al presidente del Gobierno. ¡Estaría bueno que nos rindiésemos! Lo que hay que conseguir es que ETA se rinda al Derecho y a la razón. Es decir, derrotarla, una palabra, como la de crisis, que, si se han fijado, Zapatero sigue sin pronunciar.

Y por último, que ésta es una batalla en la que no caben medias tintas, por no haber términos medios: o se está con ETA o se está contra ETA. No valen las contemporizaciones, porque sabemos perfectamente para qué usa ETA las contemporizaciones: para prepararse para matar más y mejor. ¡Estaría bueno que ahora que nos hemos puesto a desenterrar cadáveres de la guerra civil y a airear las barbaridades que se cometieron hace tres cuartos de siglo, nos olvidásemos de los cadáveres aún calientes de los últimos atentados y de las salvajadas que vienen perpetrándose en nuestros días! ETA es la enemiga número uno del pueblo español, vascos incluidos, punto. Esto es lo que tiene que quedar claro desde ahora para quienes no lo tenían.

Dos cosas más: el ministro de Interior tiene que dejarse de anunciar la desarticulación del comando Vizcaya tras cada detención para que no nos dé la risa en circunstancias tan lúgubres. El comando Vizcaya es ETA, y hasta que no se desarticule ésta, aquél seguirá operando. Por último, no estaría mal que el presidente del Gobierno reconociese que se equivocó al creer que podía traer la paz al País Vasco negociando con ETA. No le pedimos más, como que al socaire de ello ETA se coló en los ayuntamientos vascos y cosas por el estilo. Sólo que se equivocó. Sería elegante por su parte y una garantía para nosotros de que no volverá a incurrir en el error.

Pero mucho me temo que su famoso talante no incluya tal declaración.

José María Carrascal
www.abc.es

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