quarta-feira, 24 de setembro de 2008

La cloaca

Se celebraba la «Noche de los Cavia» en «ABC». Aquel año ganó el «Mariano de Cavia» Fernando Arrabal. Antes de la cena, que presidía el Rey, y después de felicitarlo, me dijo: «No olvides que el origen de la ETA no es el independentismo. Es el comunismo». He recordado aquella sentencia del creador del Teatro Pánico en muchas ocasiones, en vista de la actitud de los comunistas con el entorno de la ETA. Siempre que ha sido necesario, Madrazo ha votado a favor de Batasuna o el grupo parlamentario con disfraz que Batasuna dispone en el Parlamento vasco. Y de Llamazares no se puede elogiar la firmeza al respecto. Pero siempre posa consternado en la foto de la tristeza. El pasado lunes, mientras los representantes de los partidos en el Congreso de los Diputados leían un comunicado unánime de condena por el atentado que arrebató la vida en Santoña al brigada del Ejército don Luis Conde, -Llamazares y Uxue Barcos de «Nafarroa Bai» entre ellos-, en el Parlamento navarro, Izquierda Unida y «Nafarroa Bai» rechazaron suscribir el texto de condena porque «incluía una moción de apoyo a las Fuerzas de Seguridad del Estado». Es decir, que Izquierda Unida no apoya a las Fuerzas de Seguridad del Estado en su lucha contra el terrorismo horas después de que la ETA asesine a un brigada del Ejército. Y recordé, una vez más, las palabras de Fernando Arrabal, que fue miembro del PCE y tiene memoria. «El origen de la ETA no es el independentismo. Es el comunismo».

Más tarde, esa mezcla de estalinismo, albanismo, aldeanismo y beatería «progre» se fundió en un independentismo sangriento que despojó de responsabilidades al Partido Nacionalista Vasco, un partido burgués, beato, racista y excluyente. El PNV ha dejado de ser un partido y se ha convertido en un sistema en el que priman los intereses y la obsesión por mantener el poder. Pero nunca ha estado abiertamente contra la ETA, que es la que hace el juego sucio. Arzallus, su hombre más pavoroso e inteligente, lo ha repetido en numerosas ocasiones. «No queremos la derrota de la ETA». El PNV es el principal culpable de la enfermedad social que padecen millones de vascos, incluidos entre ellos a muchos de los doscientos mil que han abandonado su tierra para vivir con tranquilidad. La sociedad mansa y callada que asume, por comodidad y prosperidad económica, todo lo que el PNV decide, ignora que padece una metástasis terminal. Y numerosos vascos, de comunión diaria, se alegran desde su silencio aborregado de los crímenes de la ETA, entre otras razones, porque no encuentran en la palabra de sus sacerdotes ningún tipo de rechazo o repulsa del terrorismo etarra. En realidad, esa parte de la sociedad enferma y cohibida, interesada y cobarde, no sabe bien lo que quiere, pero vota al PNV porque en los «batzokis» es más fácil encontrar trabajo que en la calle, y porque nadie que tenga el carné del partido es cesado, amonestado o expulsado de su puesto de trabajo. Y todo ello funciona a la perfección, porque detrás están los que asesinan, los que secuestran y los que chantajean, dejando libres y presumiblemente limpias las manos nacionalistas de Pilatos.

Unos, por la raza y la diferencia, y otros, por el estalinismo desembocado en independentismo criminal, son consecuencias de la necesidad de protegerse entre ellos. Y el resultado es estremecedor. La tierra vasca está muriéndose y ellos no lo saben.

Alfonso Ussía
www.larazon.es

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