quinta-feira, 25 de março de 2010

Enchufadas de Aído

He pasado dos días buscando la lista de Aído, la de esas ochenta mujeres agraciadas con promesa de recomendación para un suculento consejo de administración. Y nada, ni rastro de las enchufadas de Aído. Tampoco convocatoria alguna en el Ministerio de Igualdad para solicitar la incorporación a la deseada lista, a pesar de que debemos de ser millones las españolas dispuestas a apuntarnos inmediatamente.

Y es que cuando Igualdad ejerce la discriminación positiva, la ejerce a conciencia. En secreto, como debe ser cualquier discriminación que se precie, y a favor de los suyos, o de las suyas, en este caso. De gentes sin mancha ideológica alguna de derechas en su currículo vital y profesional, que es como se componen todas las iniciativas de este Ministerio para la Igualdad de las Mujeres Socialistas.

Es una de las dos caras de la gestión de Aído, el diseño de políticas inspiradas por grupúsculos feministas radicales y estrechamente conectados con el poder socialista. Con exclusión total de todas las mujeres de otros ámbitos ideológicos, por muy comprometidas que estén con la igualdad. Lo que provoca el primer gran fracaso de Aído, el hecho de que sus primeros detractores no sean los machistas, o los hombres, o los adversarios ideológicos, sino las propias mujeres.

La otra cara de su gestión es la mediocridad, inevitable en un equipo comandado por una joven sin suficiente formación ni experiencia en problemas de igualdad ni en política. A pesar de la larga lista, quizá hasta de ochenta, que Zapatero tenía disponible para poner al frente de este ministerio a una mujer formada y con capacidad política. Que no provocara ni el fracaso ya mencionado ni el otro. El de convertir el debate de la igualdad en objeto de chistes y risas. Que yo también quiero estar en la lista de Aído, es la última chanza, que no de los machistas, sino de las mujeres.

Edurne Uriarte

www.abc.es

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