Hay por ahí cierto best seller cuya edición en España sorprendentemente nunca ha sido secuestrada por las autoridades de progreso titulado Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas. En cuanto el Ministerio, haciendo dejación de su deber de vigilancia ha mantenido silencio administrativo al respecto de tan incorrecta afirmación, convendremos en que si ni Aído ha abierto su nunca cerrada boca a lo mejor resulta que tal cosa es una abrumadora obviedad. Con lo cual tampoco las féminas, por el solo hecho de serlo, entenderán nada del "mapa de excitación del clítoris" editado por Igualdad, creyendo que lo que se vivisecciona ahí no es ningún botón lúdico sino que se trata de un croquis de las estaciones de servicio sitas junto a las comarcales de la provincia de Teruel.
No creo, en absoluto, que el descubrir mediante un cuaderno de campo oficial la orografía precisa en la que el clítoris ofrece algún tipo de señal de vida sea "un compromiso con los derechos humanos", como asegura la directora del Instituto de la Mujer, una porción de cuota que atiende por Laura Seara. Si así fuera, cualquiera de los que hemos venido teniendo, incluso ya con cierta edad, alguna inquietud por practicar cursos de espeleología, y a veces hasta sin botellas de oxígeno, precisamente en esa "zona cero" en torno a la cual está organizada absolutamente toda la filosofía "de género", tendríamos sin duda honores de bienhechores altermundistas con cargo al presupuesto (¡le descubrimos a las mujeres su mismidad!), y no lo que pasa realmente, que la propia bienpensancia feminista nos considera simplemente unos guarros. Unos salidos, que para el noviciado laico es un mero subproducto del facherío.
El mapa de excitación del clítoris y sus afluentes ya lo tiene muy descubierto, con alguna dote de observación y sin dárselas de Livingstone, todo hijo de vecino que por las mañanas salte de la cama y no del armario. Si para el sesudo estudio sobre el exiguo terreno de lo que los uruguayos llaman "la cotorra" han tenido que ser necesarias tres universidades y la penetrante mirada de la Agencia Española de Evaluación y Prospectiva, hará falta a lo menos una conferencia mundial a medio camino estratégico entre los dos bloques, en Reykjavik, digamos, para dibujar el mapa del preciso trayecto que debe describir un dedo de miembra automovilista para llegar a hacer una pelotilla, en los descansos de los semáforos, con los "nicomedes" de sus orificios nasales. Y además ese mapa confeccionado por Igualdad llega un poco tarde: desde que allá por la segunda mitad de los años ochenta se descubrieron los beneficios del rasurado integral, los heteros, que sólo pensamos en lo único, ya tenemos muy expoliado el tesoro.
José Antonio Martín Abarca
http://www.libertaddigital.com
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