La alarma ocasionada por el supuesto calentamiento global se está fundiendo mucho más rápidamente que el hielo en los picos del Himalaya. Pero Al Gore sigue ahí, erre que erre con su catastrofismo. |
En un reciente artículo de 1.900 palabras de nada publicado en el New York Times, el ex vicepresidente norteamericano nos advertía sobre las amenazas inherentes al calentamiento del planeta: esa "calamidad inimaginable" nos obliga a tomar medidas de calado, si queremos proteger la civilización tal y como la conocemos. Así habló/escribió Gore. Sin decir palabra sobre su interés pecuniario y personal en que se adopten esas medidas que propone.
Gore ha hecho fuertes inversiones en el sector de los vehículos eléctricos y en otra serie de productos o empresas que obtendrían jugosísimos beneficios de una legislación proclive a penalizar el consumo de gasolina y otros combustibles fósiles en la generación de electricidad, lo cual explica su espeluznante advertencia de que, si no actuamos de inmediato y con contundencia, nuestros nietos llamarán a la nuestra la "generación criminal".
El ex vicepresidente habla de "contaminación que recalienta" y hace así referencia al dióxido de carbono (CO2), que es tan contaminante como puedan serlo el oxígeno y el agua; pero es que resulta que sin ellos la vida humana no sería posible. El CO2 es esencial para la fotosíntesis, el proceso que mantiene vivas las plantas y genera el oxígeno que inhalan los seres humanos y los animales. Lejos de contaminar el planeta, el dióxido de carbono le da vida. Los altos niveles de CO2 se asocian con una tierra más fértil, unas cosechas más abundantes y unos bosques más frondosos; es decir, con un planeta más verde.
Es cierto que el CO2 también está implicado en el efecto invernadero... que hace posible la vida en la Tierra. La mayoría de ese gas se genera de manera natural, y nada indica que el generado por las fábricas e industrias tenga algún impacto negativo en el clima.
Por otra parte, está fuera de toda duda que la actividad económica y agrícola, responsable de buena parte de las emisiones de CO2, es enormemente beneficiosa para la humanidad. En los últimos 20 años, los países en desarrollo han visto mejorar sus cifras relacionadas con la expectativa de vida y la mortalidad infantil. La producción per cápita de alimentos se ha disparado, y en la India y China cientos de millones de personas han logrado superar la pobreza. Indudablemente, el CO2 ha contribuido al excepcional aumento de la calidad de vida de la gente.
Nada de esto le importa a Gore: él sigue terco en lo suyo; hasta ha visto en las tormentas de nieve que han asolado el noroeste de EEUU como una prueba del... calentamiento del planeta. La buena noticia es que cada día le cree menos gente.
© AIPE
JEFF JACOBY, columnista del Boston Globe.
http://revista.libertaddigital.com
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