quinta-feira, 18 de março de 2010

Es la guerra - Más IVA

Hace unas horas, el parlamento ha decidido rechazar la propuesta del PP encaminada a evitar la subida del IVA impulsada por ZP. La diferencia de votos ha sido de tan sólo media docena, pero, para el caso, da lo mismo. El IVA nos lo van a subir.

¿Significa mucho esto en medio de las continuas subidas de impuestos que caracterizan al PSOE? Bastante más de lo que parece. No se trata sólo de que cada día la subida del IVA arrojará al paro a quinientas personas más o de que la situación de los autónomos –medio millar cerró sus negocios cada día en enero pasado– empeorará más. Por añadidura, no se recaudará más.
Porque la razón fundamental para justificar la subida del IVA es que tenemos una deuda descomunal derivada de la acción de gobernantes como ZP, Gallardón o Montilla y que hay que cubrirla. Crear fantasmales embajadas de Cataluña para colocar al hermano de Carod-Rovira, instituir absurdos ministerios como el de Igualdad o mover la estatua de Colón como si fuera las maracas de Machín tiene, entre otras, esa consecuencia. Como, por lo visto, a nadie se le pasa por la cabeza que la forma más fácil de no endeudarse es recortar el gasto, en apariencia la salida es subir los impuestos. Semejante solución –injusta donde las haya– para remate no remediará nada. A decir verdad lo que está más que demostrado es que a partir de cierto punto de presión fiscal se recauda menos por la sencilla razón de que los contribuyentes se ven tan agobiados que optan por defraudar.

¿Va a pasar eso con la subida del IVA? No les quepa la menor duda. Fontaneros y electricistas, transportistas y pintores, soladores y mecánicos, incluso si me apuran sectores de la hostelería y del comercio regresarán en masa al «¿lo quiere con IVA o sin IVA?» o al no menos socorrido «¿con factura o sin factura?». Al final, no se recaudará más, pero los grandes paganos seguirán siendo los contribuyentes que deberán pechar con el IVA repercutido en todas aquellas áreas donde no es posible eludir la factura. Junto a ellos, sufrirán los nuevos parados, los jóvenes que no pueden incorporarse al mercado laboral y las CCAA como Madrid que ya han comenzado a tener un crecimiento positivo, dato éste que explica más que de sobra el llamamiento a la rebelión –bendita palabra– por parte de Esperanza Aguirre. Sólo que a la casta política no le parece importarle mucho. Por un lado, la izquierda y los nacionalistas siguen pensando en gastar todavía más con la idea de que los que vengan detrás que arreen… si pueden. Por otro, el PP –de nuevo Esperanza Aguirre es la luminosa excepción– se debate entre la contradicción y la tibieza. Aboga –y hace bien– por recortar el gasto, pero, al mismo tiempo, mantiene en sus filas ejemplos de derroche como Camps y Gallardón. Por si esa contradicción fuera poco problemática, la dirección del PP sigue sin atreverse a explicar, de acuerdo con el Libro gordo de Arriola, lo que piensa hacer si llega al poder y se resiste a hincarle el diente a problemas ineludibles como el de las cajas. Mientras tanto, hay que abrir un nuevo casal de Cataluña en las antípodas, se debe entregar más dinero al lobby gay del África austral y Madrid gime porque no han abierto una nueva zanja en los últimos veinte minutos. ¡Es la guerra del gasto! ¡Más IVA!

César Vidal

www.larazon.es

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