En Época:
¿QUÉ QUEDA DE LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA?
Pocas palabras han sido más bastardeadas que "democracia". Y ello se entiende a partir de su etimología engañosa pero cautivadora: poder del pueblo. Pero esta es una idea contradictoria, porque el poder se ejerce sobre alguien ajeno, y el pueblo no puede ejercerlo sobre sí mismo; y por otra parte, el pueblo no es un todo homogéneo con un interés único. De hecho, el poder siempre lo ejerce una oligarquía o partido con un líder al frente. Desde muy antiguo en Occidente y por supuesto en España --donde parecen haber nacido las primeras Cortes o Parlamento--, existió preocupación por evitar gobiernos despóticos, ya dificultados por la división entre el poder político y el espiritual o religioso. Un resultado evolutivo de esa preocupación y tendencia ha sido la democracia actual.
La democracia se distingue de otros sistemas en que el poder es ejercido por períodos limitados, con alternancia entre oligarquías decidida por sufragio universal; en que los gobiernos están sometidos a la observación crítica de la oposición, la prensa y otros medios derivados de las libertades públicas; en que las ramas del poder (legislativa, ejecutiva y judicial) funcionan de modo autónomo, restringiendo la arbitrariedad y la concentración del poder.
En teoría, la democracia debe garantizar el mejor gobierno posible, con la mínima corrupción y el mínimo despotismo, y con una opinión pública bien informada. Sin embargo, es también susceptible de degradarse. En Latinoamérica, y hoy en la misma España, se ha solido considerar la victoria en las elecciones como legitimidad para que el partido vencedor haga "lo que quiera", lo cual se ha traducido en corrupción rampante, violencias y anulación de los demás frenos del poder, creándose una inestabilidad típica. Tocqueville previó una degeneración muy peligrosa, el "despotismo democrático", en el cual, aun manteniendo las formas externas de las libertades, el estado se convierte en un protector supuestamente benévolo, en realidad asfixiante, que "quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar. Se esfuerza con gusto en hacerlos felices, pero en esa tarea quiere ser el único agente y juez; provee medios a su seguridad, atiende sus necesidades, pone al alcance sus placeres, conduce sus asuntos", y termina por "despojar al individuo de los principales atributos de la humanidad". No es difícil ver aquí el programa de la socialdemocracia, distinguible hoy en España. Por otra parte las oligarquías partidistas pueden concertarse para repartirse el poder, dejando la oposición en mera apariencia, otro fenómeno también presente en nuestro país. Los partidos poderosos pueden tutelar y manipular los órganos de información, como también ocurre...
La democracia española nació con serios defectos: pronto renegó de su origen (el franquismo) inclinándose peligrosamente a una identificación con el caos demagógico del Frente Popular. No hay apenas separación de poderes entre el legislativo y el ejecutivo, y este presiona constantemente para controlar también al judicial; la información ha descendido en calidad y pluralismo en la mayoría de los medios... Durante la época de Aznar, aunque lentamente, se corrigieron varios defectos de origen y tendencias posteriores, culminando en el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Desde el 11-m, ha imperado un Pacto con el Terrorismo y contra las Libertades, muchos de cuyos efectos han sido reiteradamente denunciados en esta columna.
¿Qué queda de la democracia en España? Actualmente, solo tres cosas: restos de independencia judicial; unas elecciones libres pero mediatizadas por el influjo abrumador de unos medios-basura mayoritarios; y unas libertades públicas acosadas. Lo más importante, lo que permite albergar esperanzas de invertir este proceso nefasto, es la defensa y utilización de las libertades por los ciudadanos.
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**** "me encontré con la muy conocida expresión en inglés de useful idiot en referencia a la supuestamente pronunciada por Lenin. Por eso la utilicé en inglés (como Moa utiliza las citas en español de Churchill, por ejemplo)" No hay que confundir. Cuando escribimos en español, no hay por qué poner citas en otro idioma, resulta pedante casi siempre, por decir poco. Si hay dudas sobre la traducción, se puede añadir la cita original (rusa, inglesa, alemana, francesa...) entre paréntesis o a pie de página. Lo que nunca debemos hacer es citar en inglés u otro idioma una expresión correspondiente a un idioma distinto.
Pío Moa
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado
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