terça-feira, 9 de março de 2010

Algo tiene el agua

Cuando la bendicen, cuando hay necesidad de bendecirla, que ahí parece que está la explicación del refrán. Que Zapatero hable de la valentía del juez Garzón por haber luchado por cerrarle puertas al terrorismo, no sé yo qué intención lleva, porque aquí anda uno ya como el loro del balcón, que no distingue entre quienes le silban para animarlo o para putearle la tarde. Cuando un hombre de peso de la política sale al paso para decir algo a favor o en contra de alguien que pasa por momentos que dejan en la opinión pública hilos de niebla, nunca sabremos, o casi nunca, qué bala hay cargada en el tambor.

Ayer Herrera se preguntaba qué guardará Garzón en los cajones. Hila fino el líder. Por ahí pueden ir los tiros, ahí podría estar la razón que ha llevado a Rodríguez Zapatero a dar el pregón de Garzón en momentos en los que las togas andan a ver qué deciden respecto de algunas acusaciones al juez mediático. Garzón, engañado desde aquella vez de la promesa que nunca le cumplieron, no habrá desaprovechado en todos estos años papeles sueltos que pudieran resultar muy útiles en determinadas circunstancias. No lo sé, pero no creo que sea descabellado pensarlo. Como tampoco sé -ni, igualmente, sería descabellado pensarlo- si Zapatero ha salido cantando la valentía de Garzón para que lo tenga en cuenta si mañana necesitara tenerlo. La cosa pública es una hermosa casa con impresionante fachada que tiene rincones que o no se han barrido nunca o no conviene que nadie entre a barrerlos. Vaya usted a saber.

Nadie le va a negar al juez Garzón cuanto ha hecho por acabar con el terrorismo; como quizá tampoco convenga olvidar por culpa de quién Garzón no tuvo una cartera ministerial. Ojalá, por el bien de Zapatero, el canto a la valentía del juez sea un detalle de generosidad del presidente. Y ojalá, también por su bien, Garzón tenga vacíos los cajones.

Antonio García Barbeito

www.abc.es

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