Doblaron las campanas por Zapata y muchos en toda Europa, en América y en el mundo sintieron que doblaban por ellos mismos. También en Cuba muchos se consternaron, aunque la mayoría desconoce la verdad.
Si en esta lucha por la liberación, dejamos la vida en el camino o los que nos persiguen nos matan, que así sea. Pero no alentamos huelgas de hambre ni conducta alguna que atente contra la vida del prójimo o propia. Deploramos toda publicidad y estrategia que centren sus expectativas en la muerte de un ser humano. No tenemos planes de cambios basados en la muerte de nadie. Por eso pedimos a nuestro hermano Guillermo Fariñas que no continúe en la huelga de hambre. La victoria de su sacrificio en esta huelga sólo la queremos celebrar, si él vive. La victoria de la libertad sólo será fruto de la acción de todo un pueblo y no de una persona.
A Orlando Zapata lo mataron con la tortura, las golpizas y el ultraje. Murió, de su parte, con gran coraje y dignidad, pero acorralado y en la mayor indefensión, víctima de un aparato de estado represivo que se ensañó con él. Este es un horror, que denuncia el horror que sufre todo el pueblo.
Ese otro horror es la mentalidad, convertida en doctrina que, según el caso, odia, ofende, amenaza, persigue, infama, vigila, excluye, encarcela y llega, como hicieron con Zapata, a aniquilar al que no se somete, al que se atreve a proclamar su propia libertad y la del prójimo.
Pero quien aplica esa mentalidad en la lucha contra el régimen también causa dolor humano y cobra vidas inocentes. La lucha de Zapata es la nuestra; sin odio y sin violencia. Dios quiera que su martirio nos sirva a los cubanos para que nos identifiquemos todos como hermanos y así emprender el camino hacia la reconciliación, la libertad y la paz.
Oswaldo Payá
www.abc.es
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