Hugo Chávez lleva exportando la revolución bolivariana desde hace once años, cuando llegó al poder. Se trata de suprimir la democracia liberal e instaurar un régimen de poder personal de índole socialista. En cuanto a los medios, uno de ellos es el terrorismo. Ahora un juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, ha hecho público un auto en el que se relaciona a Chávez con la ETA. Hay seis miembros de la ETA acusados de cooperar con otros siete miembros de las FARC en una operación para asesinar a altos cargos colombianos, entre ellos Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, en suelo español. De por medio anda un etarra, Arturo Cubillas Fontán, que ha trabajado en la administración chavista.
A modo de disculpa, el Gobierno español ha firmado un comunicado exculpatorio con el gobierno de Venezuela. Da por buena la versión de Chávez, con lo que nuestro Gobierno insinúa que no apoya al juez Eloy Velasco en su intento de esclarecer unos hechos que implican al Gobierno venezolano y a la ETA. Rodríguez Zapatero y Moratinos dan por buena la exportación de la revolución bolivariana, vía la ETA, en suelo español.
La política exterior española ha llegado a este punto… y la política interior, también. La tragedia de Orlando Zapata dejó claro hasta qué punto el Gobierno socialista es dependiente del castrismo. Ahora, salvar a Hugo Chávez tiene prioridad sobre cualquier otra consideración, incluida la prevención de los actos terroristas (de la ETA) en nuestro país (con víctimas españolas, muy posiblemente). ¿Qué disposición lleva al gobierno de un país europeo, de los más ricos y desarrollados del mundo, con una democracia consolidada, a amparar empresas criminales y a apoyar a caudillos empeñados en empobrecer a sus pueblos, impedirles cualquier libertad y, al parecer, sembrar el terror aquí, en España?
La clave es estrictamente ideológica. El socialismo español, al menos el que ahora nos gobierna, no es capaz de romper con un sectarismo que le hace ver el mundo en blanco y negro. El mismo mecanismo que lleva a sentirse representados por la revolución castrista y la bolivariana lleva en España a los cordones sanitarios y a justificar el acoso a la «derecha», ilegítima de raíz. Actitudes como esta son posibles porque se sigue creyendo en la Revolución, encarnada por los hermanos Castro y por Chávez. Nuestros actuales gobernantes nunca dejarán de prosternarse, con todos los sacrificios necesarios, ante el altar revolucionario. Así que los españoles estamos vendidos ante los Chávez y los Castro de este mundo. Estos les han tomado la medida a los socialistas y saben que no pueden prescindir de ellos. La ruptura, para los socialistas españoles, equivaldría a convertirse en una izquierda civilizada, plenamente democrática, alejada de las supersticiones ideológicas. España entera, los intereses, la dignidad y al parecer la vida de los españoles, están supeditados a esta servidumbre por la que los socialistas acatan todo lo que venga de los regímenes de Cuba y Venezuela para salvar ellos mismos su posición en la Historia.
José María Marco
www.larazon.es
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