Un digital de tendencia marcadamente socialista acusaba a este periódico ayer de lanzar a «sus hordas» contra Toledo, Bosé y demás legitimadores de dictaduras comunistas. Lo que da una idea del cariz tomado por este debate en cierta izquierda. Con los defensores de la libertad convertidos en hordas y los sostenedores de la dictadura castrista apoyados como pobres víctimas. De una brutalidad ideológica comparable a la conversión en víctimas de quienes dijeran que los asesinados en los vuelos de la muerte de la dictadura argentina saltaban voluntariamente y en hordas a sus críticos. Por ejemplo.
Nada nuevo en la democracia española. Aún está muy reciente aquello de la descalificación como fundamentalista del movimiento cívico vasco contra el terrorismo mientras Zapatero negociaba con ETA. Por parte de los mismos que llaman ahora hordas a los que condenan la dictadura castrista o la destrucción chavista de la democracia.
Lo nuevo, y creo que sí hay algo nuevo, es la creciente marginalidad de ese movimiento prodictatorial. Su reducción a los ámbitos de la extrema izquierda, IU y compañía, y la progresiva incomodidad de una buena parte del socialismo con un grupo que es cada vez más impresentable para sus estándares democráticos. Y, quizá, hasta una sangría de votos.
Una cosa es que te hagan anuncios de la zeja o que salgan a la calle contra la guerra, sin más disquisiciones. Y otra que abran la boca, que reflexionen y que digan lo que verdaderamente piensan. De Cuba, de Hugo Chávez y ahora de nuestros soldados en Afganistán. Sea Willy Toledo o Miguel Bosé.
Entonces, el socialismo español envidia probablemente la suerte de la fea que es, en el terreno ideológico, la suerte de la derecha. No hay artistas como Bosé que se le peguen, y menos mal, no vaya a ser que hablen y ahuyenten a los votantes.
Edurne Uriarte
www.abc.es
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