Camaleón Bosé se ha explayado esta semana a gusto y se ha quedado tan tranquilo comparando los desmanes de la dictadura cubana con los de Francisco Camps en Valencia (?). No se podía imaginar uno tanto entusiasmo prosoviético en el refajo de este cupletista faldero entregado al aplauso del castrismo. Hasta ahora sabíamos de sus ensueños «Zejijuntos», pero vemos claro que lo que en realidad le pone a nuestro superhombre es la mojiganga comunista. Porque al parecer lo tiene claro: la Valencia de Camps es igual o peor que la Cuba de Castro. Debido probablemente a que el nivel de prosperidad es el mismo, las libertades iguales, hay tantos periódicos y radios libres en un sitio como en otro, y a los cantantes acabados como él les permite el régimen decir sobre Fidel lo que la democracia española acepta que cualquier ciudadano diga sobre Rajoy o sobre Camps, por ejemplo. Asegura Bosé que no sabemos bien cuánto hay de verdad en lo que se cuenta de Cuba. No lo sabe él, que cada vez que visita la isla es encumbrado por el régimen como si de un auténtico artista se tratara. Pero sí la mayoría de los ciudadanos del hermano país: viven sometidos por una dictadura que les impide salir y votar libremente, que tortura a los disidentes y los deja morir, que imposibilita que la gente pueda hablar, y que encarcela a quienes no piensan como ellos. Pero para Bosé aquello es el paraíso. Al fin y al cabo él puede canturrear en libertad y nadie le persigue por hablar bien de los Castro o sus partidarios. Y como nunca critica al tirano, jamás ha sido reprendido. Al contrario, un día de éstos le nombrarán hijo predilecto del régimen, comunista honorífico, estalinista egregio y castrista universal. A él y a Willy Toledo, pareja de hecho en esta cruzada por la defensa de los valores pro-soviéticos, embajadores del Estado más jinetero del mundo, redactores avezados del «Granma» para escribir en versales que, la ver´ldá, chico, es que en Cuba no hay un solo parado ni un niño sin escuela, nadie pide por las calles, sobran las medicinas, sobra la comida, y no como sucede en la Valencia de Camps, entregada como está al imperialismo y a los comemier’ldas de los yanquis, que sólo ven en Cuba disidentes y presos políticos, pese a que se trata de meros enfermos mentales o presos comunes como Zapata ( Willy dixit).
Ésta debe de ser la verdad de Cuba según el pensamiento boseniano. La verdadera Cuba de la revolución que nada tiene que ver con esa que pintan los eurodiputados que ayer votaron masivamente contra la vulneración de los derechos humanos en la isla prisión. Lo demás son pararruchas, inventos del capitalismo y el franquismo. Bosé lo sabe bien porque él conoce mucho el régimen y parece estar encantado con sus procedimientos. Sólo le falta ya, para alcanzar la felicidad completa, entregarse con faldas y a lo loco a la defensa del chavismo bolivariano y sus aliados integristas del Irán, donde lapidan a pedrada limpia a las adúlteras y cuelgan de las grúas a los homosexuales. Y es que ellos son así de demócratas.
José Antonio Vera
www.larazon.es
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