terça-feira, 9 de março de 2010

Miguel Bosé - El séptimo

Ayer, uno de estos progres de dedo en la ceja y nutrida cuenta corriente, se permitió el lujo de salir en defensa de otro progre, en este caso Willy Toledo. El redentor no ha sido otro que el hijo de Luis Miguel Dominguín, conocido como Miguelito Bosé. Este interfecto, que se hizo famoso a costa del presupuesto público desde el ballet de Aplausos y luego con aquella empalagosa Linda, se ha puesto a dictar lecciones de represión; por un momento me recordaba a Carrillo en la Ser.

Miguelito, siempre más Bosé que Dominguín, ha esputado que en todas partes hay represión. Claro, a él le da lo mismo la tortura hasta la muerte que ha sufrido Orlando Zapata, o la que está padeciendo a esta hora Guillermo Fariñas. Este chico, el de Don diablo, a quien no hay que negar la autoría de un par o de tres buenas canciones, ganó un montón de pasta en la época del PP, cuando pusieron en sus manos el programa El séptimo de caballería, un nombre muy progre como Wyoming o Willy, algunos de sus amiguitos. Cuando llegó la segunda temporada y le recortaron el presupuesto retituló el programa como El séptimo, apocopando el nombre. Nunca sabremos si se refería a la rama del ejército de la unión que siempre llegaba tarde en todas las películas o al ordinal mandamiento, es decir: no robarás.

Si bien debería considerarse robar el cobrar de una empresa pública un precio por encima del que hubiera establecido el mercado; a Miguelito le sería de aplicación directa, no el séptimo, sino decididamente el octavo, o sea: no dirás falso testimonio ni mentirás. Este ya lo lleva peor. Se le ha llenado la boca al intentar dar coartada al asesino Fidel y a su régimen liberticida. ¡Qué a gusto se sienten los progres con los tiranos cuando los visitan! Por supuesto, porque no los padecen. En un argumento delirante, Bosé, ha comparado una torpeza con una tortura y asesinato. Alguien debería hacerle ver que sólo se parecen en las tres primeras letras, porque igual no sabe leer. Lo que ha ocurrido en Valencia, con la retirada de las fotos de la exposición alusivas al caso Gürtel, constituye una gran torpeza, como así lo ha manifestado Rita Barberá, y nada tiene que ver ni con la represión ni con la tortura. Pero esto a los progres se las tae al fresco.

La clave argumental, como en tantas otras ocasiones, es meter en el mismo saco conductas que en sí mismas son reprobables para medirlas todas por el mismo rasero. Por mucho que se empeñe, este menos Dominguín y mucho Bosé, ni tienen justificación posible los crímenes de Castro contra la vida y la libertad de los cubanos, ni tiene excusa la afección abyecta al régimen comunista de Cuba por parte de Willy Toledo y toda la patulea de progres que nos ha tocado soportar. Así, no sólo serán reos del octavo, sino del quinto, y cada vez que los dejen del séptimo.

Juan Morate

http://www.libertaddigital.com

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