terça-feira, 23 de março de 2010

USA y los débiles

Hace doce años que conocí a George Bush en Tejas. Recuerdo su sombrero y sus botas y algunos puntos de vista originales para un europeo, entre otras cosas su insistencia en la pena de muerte que, como tantos norteamericanos, justificaba por razones económicas (es más barata que la cadena perpetua). Admiro a EEUU, envidio su patriotismo y su dinamismo social, su capacidad de favorecer al emprendedor y su respeto por la religión. De aquel viaje recuerdo también la estancia en el Bronx, con las monjas de Teresa de Calcuta y la impresión que me causó conocer a una asistenta completamente arruinada a causa de un cáncer. Aquella mujer no había remontado su enfermedad pero se reconocía incapaz de destinarle un dólar más. Estaba empeñada hasta las uñas. Como española yo no conseguía vincular la ruina y el cáncer. Confieso mi absoluta incapacidad para entender los argumentos de los liberales en contra de la reforma sanitaria. Prefiero cien veces a George Bush que a Obama y, sin embargo, entiendo que se ha logrado un gran hito con la extensión del sistema sanitario americano. También me admira que se haya logrado con la oposición de un sector de los demócratas al aborto y con el compromiso del presidente (claramente abortista) para que el sistema público no financie el final de los fetos. Me gustan los sistemas flexibles, no sujetos a imposiciones ideológicas. Ojala, algún día, veamos a los del PSOE votar a favor de una medida socialmente progresista y, a la vez, en contra del aborto. Como dijo Miguel Delibes tantas veces, es inconcebible luchar por la justicia social y negar el derecho del más débil a nacer.

Cristina L. Schlitchting

www.larazon.es

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