segunda-feira, 8 de março de 2010

ZP, ETA y el gorila rojo

Una de las áreas donde la política de ZP parece especialmente disparatada y absurda es la de las relaciones internacionales. Recordemos que ahora deberíamos estar escuchando los logros de la presidencia europea de ZP. Sin embargo, dado que al norte de los Pirineos nos contemplan como un peligro para el euro y que están rechazando de manera sistemática todos los disparates zapateriles relacionados, por ejemplo, con la ideología de género como si fueran los sueños beodos de un loco, los corifeos habituales del zapaterismo están callados como Ramonetas.

Casi nadie habría reparado pues en lo poco que se merece Moratinos el sueldo que le pagamos los ciudadanos de no ser por el escándalo de la presencia de etarras en el ejecutivo del gorila rojo descubierto gracias a que todos los jueces de la Audiencia Nacional no son como Garzón. En cualquier nación normal, la primera reacción de un gobierno honrado y digno habría sido llamar a consultas al embajador español en Caracas para, acto seguido, decidir si se adoptaban más medidas de presión como, por ejemplo, congelar la ayuda que generosamente damos a la Venezuela chavista. Insisto: en cualquier nación normal.

Aquí, en la España de ZP, primero, apareció el presidente del Gobierno para indicar con voz meliflua que iba a pedir «explicaciones». Luego –según hemos sabido– Moratinos se puso en contacto con el gorila rojo para indicarle en compungido tono de disculpa que no era culpa del Gobierno de ZP el revuelo que se había organizado. Finalmente, el viernes, nos informó la decaída vicepresidenta De la Vega que todavía andaba el servicio jurídico del Ministerio de Asuntos exteriores estudiando el caso o sea mareando la perdiz. Naturalmente, ante tan patético comportamiento, las explicaciones que se han dado han sido diversas yendo desde la ignorancia palmaria de Moratinos a las acusaciones de presunta corrupción que –nada sorprendente– salpicarían al PSOE.

Sin excluir del todo ambas posibilidades creo, no obstante, que lo que está sucediendo se relaciona por enésima vez con los principios políticos en los que cree firmemente ZP. En su mundo absurdo de buenos y malos, en el que los primeros son las dictaduras de izquierdas –especialmente si apelan a la revolución– y los regímenes islámicos, el papel de villanos está reservado para Estados Unidos (especialmente si gobiernan los republicanos), Israel y la derecha en sentido lato. En esa cosmovisión zapateril, la Venezuela chavista entra, sin ningún género de dudas, en el lado luminoso del devenir histórico. Precisamente por ello, porque es un régimen revolucionario y anti-americano, ZP puede consentir que Chávez machaque a las empresas españolas, venderle armas y no mover un dedo cuando entrega puestos gubernamentales a los terroristas de ETA. Aún me atrevería a ir un poco más allá. Ni siquiera ETA es un grupo odioso para ZP.

Ciertamente, le molesta que mate repercutiendo en su popularidad, pero ZP cree en lo más profundo de su rojo corazón que se trata de un grupo de luchadores anti-franquistas, que se puede –y debe– pactar con ellos y que se les puede hacer concesiones anticonstitucionales para que se sumen a su causa contra la derecha que, por definición, es peor. ¿Cómo pues podría ZP indignarse porque Chávez dé cobijo privilegiado a los asesinos de ETA? Imposible. Iría en contra de esa unión proletaria proclamada por Marx y Lenin a los que ZP, seguramente, nunca ha leído, pero a los que sigue a ojos cerrados.

Ahí está la clave.

César Vidal

www.larazon.es

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