Francia es país vecino. Por ello la solidaridad es tan obligada como es inevitable la competitividad. No ha habido campo en que esta no haya sido aplicada por sus gobernantes. El diplomático, por ejemplo. Hay casos en los que Francia se comporta de un modo que podríamos calificar de excesivamente celoso. Así en las relaciones con Marruecos, pero donde la actuación de los políticos franceses ha resultado más inquietante ha sido en relación con el terrorismo de ETA: podemos decir que en esta lucha no siempre el Estado francés ha estado al lado del español. Llegó a ser un santuario de ETA. Los comportamientos de Giscard y Mitterrand, especialmente el primero, fueron miserables. Con frecuencia algunos políticos han justificado la existencia de ETA como una derivación lógica del franquismo. Para nuestra vergüenza no de forma tan distinta a la que ha tenido, e incluso está teniendo todavía, una buena parte de la izquierda española. O de ciertos intelectuales españoles y franceses. De Sartre a Sastre.
Dicho esto, desde hace años los ministros de Interior vienen informando sobre la mejoría de las relaciones entre los dos países. Por supuesto Sarkozy nunca ha sido sospechoso de la más mínima veleidad. Su pensamiento está en la línea de Maurice Legendre para quien «España ha sido, de entre todas las naciones del mundo, la que ha tenido más continuidad. En ninguna otra se han cumplido más perfectamente las condiciones de una Tradición».
La reacción de Sarkozy ante el asesinato de un policía francés debería ser imitada por aquellos españolitos que necesitan que la izquierda abertzale condene el terrorismo para sentarse con ella en torno a una mesa y comenzar de nuevo a negociar. Algunos de nuestros gobernantes esperan que el arrepentimiento formal de los Otegi y Usabiaga haga posible el final de ETA y con él la legalización de una nueva Batasuna y la aprobación de un Estatuto que convierta al País Vasco en un Estado libremente asociado.... La paz.
César Alonso de los Ríos
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