quarta-feira, 18 de junho de 2008

Irak: ignorar la evidencia

¿Recuerdan que Irak trotaba hacia el caos y la anarquía? ¿Les suena lo de que era imposible establecer allí un Gobierno surgido de las urnas? Pues si se acercan a un kiosko y compran un ejemplar del número de «The Economist» de esta semana verán una bella portada de un artesano reparando un instrumento musical de cuerda bajo el título «Irak starts to fix itself» -«Irak empieza a autoarreglarse». Nadie podrá estar nunca orgulloso de la sangría en la que se ha incurrido en el país mesopotámico. Mas siendo errónea la puesta en práctica, parece que la teoría no era tan equivocada. Para mantener la paz entre sunníes, kurdos y chiíes -incluso entre chiíes y chiíes- no hacía falta un dictador sanguinario. La democracia puede llegar a ser el método natural de Gobierno de cualquier civilización. Y, dotado de los medios imprescindibles, incluso el blando primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, es capaz de hacer uso de la fuerza en Basora o los arrabales bagdadíes de Sadr City para quitar de enmedio al clérigo chií Muqtada al-Sadr y sus matones.

Lejos de lo imaginable hace un año, los embajadores de los países de mayoría sunní están regresando a una Bagdad controlada por su mayoría natural: los chiíes. Países como Jordania o Bahrein han confesado su intención de designar de nuevo embajadores en Irak. Pero hay un gran país sunní notablemente ausente: Arabia Saudí. Aunque ya el pasado septiembre anunció su intención de volver a abrir una legación diplomática, nueve meses después la gestación no parece próxima a alumbrar una criatura. La falta de voluntad saudí se escuda tras la «creciente influencia» de Irán en Irak. Mas si esta influencia excesiva fuese cierta, la sola presencia de Arabia Saudí en Bagdad serviría como contrapeso. En todo caso, el Gobierno de Nuri al-Maliki ha demostrado su capacidad y su voluntad de ser un freno al terrorismo. Arabia Saudí haría bien en apoyar un Irak fuerte que sirva de contención a Irán. Cierto es que a la Casa de Saud no le gusta nada que este Irak más fuerte lleve emparejada la democratización. Pero quizá puedan aprender -incluso- de eso.


Ramón Pérez-Maura

www.abc.es

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