sexta-feira, 13 de junho de 2008

Rodeados de bárbaros

Suiza ha anunciado planes para la construcción de una nueva central nuclear, la sexta con que contará el pequeño país alpino. Se ubicará a veinte kilómetros de la frontera con Alemania. Aunque ahora comienza el procedimiento de aprobación, en medios políticos suizos se da prácticamente por hecho que éste se llevará a cabo sin contratiempos. El pasado año el Gobierno suizo ya había anunciado que preveía la «necesidad» de construir nuevas centrales nucleares a la vista del desarrollo general de la situación energética europea.

Con una nueva central junto a su frontera -otras tres suizas están a distancia poco mayor- Alemania recibe otro acicate para replantearse la moratoria que hasta ahora ha sido sacrosanta para gran parte del espectro político alemán y no sólo para Verdes y socialdemócratas. Con centrales nucleares en gran parte de los países vecinos y con su larga frontera con Francia, primera potencia en generación de energía del átomo en Europa, son cada vez más los alemanes que consideran un absurdo no participar de las ventajas de la producción de esta energía barata y limpia. Cada vez son más los políticos que reclaman para Alemania un nuevo papel en el desarrollo y construcción de nuevas centrales nucleares.

El Gobierno del Reino Unido de Gordon Brown ya anunció a principios de este año su reincorporación a la energía nuclear con la construcción prevista de varias centrales en las próximas décadas y la Italia bajo Silvio Berlusconi también ha puesto fin a aquella suspensión indefinida de la industria nuclear marcada por el miedo generado por el accidente nuclear de Chernobil en 1985. Aquella catástrofe y el fuerte movimiento antinuclear, que de manos del ecologismo se erigió en una especie de religión sustitutoria en los países desarrollados europeos, supusieron de hecho la paralización de los programas nucleares en casi todos con la capital excepción de Francia.

Pero ahora pocos dudan ya de que a la vista del desarrollo del mercado internacional de los combustibles fósiles, el principal baluarte de aquel rechazo irracional a esta fuente de energía que es Alemania entrará definitivamente en este debate tras las próximas elecciones federales. En Asia los planes de centrales nucleares han adquirido un rápido desarrollo debido especialmente al crecimiento exponencial del consumo energético de los nuevos gigantes, China e India, pero también de los países medianos. En África y el Magreb -nuestro vecino Marruecos- ya han asumido que esta fuente de energía es a medio plazo la única solución a sus demandas para el desarrollo con cierta independencia de los exportadores de crudo y del mercado. Los precios que ya se barajan para el barril de petróleo han comenzado a hacer cuadrar todas las cuentas necesarias de las fuertes inversiones que las compañías eléctricas han de hacer para la construcción de las centrales.

Todos se preparan ya para esta nueva generación de centrales nucleares. ¿Todos? No, un pequeño reducto indómito, refugiado en una remota península cada vez más periférica respecto a los centros reales de decisión y de los acontecimientos relevantes, ha decidido ser fiel a la religión de la década de los ochenta del siglo pasado. Los adoradores de la Arcadia del pacifismo ecologista han decidido que todos los demás están locos y ellos, profundamente buenos. Por eso nos prometen hacernos felices con energías alternativas que, siendo muy útiles, sólo se aceptan en el resto del mundo como fuentes complementarias a largo plazo. Su caudillo invicto promete aun cerrar las centrales existentes construidos por gobiernos bárbaros e insensibles. Promete un santuario no nuclear y feliz, eso sí, dependiente de los vecinos nucleares hasta para batir una bechamel.

Hermann Tertsch
www.abc.es

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