«Contar una historia bien contada», en palabras del propio autor, ha sido la ambición que Mario Vargas Llosa ha perseguido a lo largo de su carrera literaria. Así lo defendió el escritor hispano-peruano ayer en el encuentro «Lecciones y maestros», que se celebra en Santillana del Mar, y que en la primera jornada se centró en analizar la obra del autor de La ciudad y los perros. En su opinión, una historia bien contada es un relato que anula la distancia entre lo escrito y el lector, y que elimina esa actitud crítica con la que nos acercamos a un texto. Según Vargas Llosa, ése ha sido un objetivo que puede apreciarse detrás de todo lo que ha escrito.
Vargas Llosa hizo balance de su trayectoria junto a expertos de su obra literaria, que analizaron las influencias del escritor y aportaron luz al amplio recorrido del autor. Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española, fue el encargado de pronunciar el discurso de presentación del escritor, en el que aseguró que Vargas Llosa «tiene un oído afinado para plasmar la realidad oral», gracias a su sensibilidad poética. Se refirió a él como novelista, académico, crítico literario, profesor, lector y autor teatral, y destacó la importancia de Neruda, Sartre, Góngora o Flaubert en su obra literaria.
En su turno de respuesta, Mario Vargas Llosa confirmó la influencia que ha tenido la poesía en su formación como escritor y admitió que gracias a Flaubert aprendió que «la literatura es una manera de vivir». El escritor y académico aseguró que cuando empieza un proyecto literario paulatinamente el relato va «invadiendo» todo su tiempo. «Poco a poco me contamino de los personajes, de la historia, y acabo mimetizándome -explicó-. Camuflo mi propia vida para escribir mejor, y así conseguir contar una historia bien contada».
Vargas Llosa definió a la literatura como «la gran acusación» y «la gran requisitoria» de que las sociedades «nunca fueron capaces de aplacar de manera definitiva los anhelos de los seres humanos». «La literatura ayuda a vivir», opina Vargas Llosa, ya que llena los vacíos e insuficiencias de la vida con invención y fantasía, y aseguró que la escritura es una «expresión de la libertad humana» que pocos ámbitos expresan tan bien. El autor de La fiesta del Chivo se mostró en desacuerdo frente a la teoría que asegura que la literatura es sólo diversión y entretenimiento, y señaló la responsabilidad de la literatura como social, moral y política, además de estética. «La obra maestra deja un sedimento en el lector, que sin darse cuenta, actúa sobre sus actos», opinó.
Importancia de la técnica
El encuentro con la literatura de Flaubert, del que admira «la construcción del talento a base de terquedad y perseverancia», fue decisivo para Vargas Llosa, pero también los grandes novelistas como Balzac, Dostoievski o Tolstoi fueron otros de sus maestros. «Descubrí que la literatura realista era el tipo de literatura que yo andaba buscando», aseguró el autor. También el tiempo y el narrador de un relato fueron dos elementos que Vargas Llosa descubrió en sus primeros años como escritor. Según el autor, el narrador «es el personaje más importante de la historia, porque de él depende todo lo que ocurre y cómo ocurre» y el tiempo «es, al igual que el narrador, un ingrediente artificial». Autores como William Faulkner lograron que Vargas Llosa considerara la técnica como un ingrediente fundamental.
La Fundación Santillana, junto con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, ha organizado esta II Cita internacional de la literatura en español, en la que críticos, profesores, traductores, escritores y periodistas se han dado cita en Santillana del Mar para analizar y conocer mejor la obra de los escritores Mario Vargas Llosa, Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte.
Irene G. Vara. Santillana del Mar
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