terça-feira, 9 de março de 2010

Cuba y sus representantes

El mismo día en que Orlando Zapata Tamayo moría, prácticamente asesinado por la dictadura cubana, Lula da Silva llegaba a La Habana para reunirse con sus viejos amigos Fidel y Raúl Castro.

Lula nunca va a ayudar a que la dictadura cubana emprenda reformas. No hay absolutamente ningún motivo para suponerlo. Siempre ha tratado de fortalecer política y económicamente al régimen castrista y jamás se ha reunido con los disidentes. Hasta la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado brasileño lamentó la muerte de Zapata Tamayo y criticó el silencio de Lula ante los Castro. El único voto en contra de la declaración fue el de Joao Pedro Gonçalves, del Partido de los Trabajadores, que dijo que la intención de esa declaración no era manifestar "solidaridad" con la familia de Zapata Tamayo sino ayudar a "profundizar la disidencia en Cuba'', y que por eso no estaba de acuerdo con la misma. ¿Acaso no está suficientemente clara la posición del Partido de los Trabajadores y de Lula?

¿Hasta cuándo se va a estar hablando de que la revolución cubana fue una revolución de los trabajadores y, por consiguiente, dirigida contra la burguesía nacional y extranjera? ¡Por favor! Hace medio siglo que en Cuba no hay burguesía. ¿Y qué era Orlando Zapata Tamayo sino un albañil negro, un simple obrero? La revolución cubana fue el asalto al poder de una gavilla de aventureros que luego se llamaron marxistas porque era una ideología que les permitía justificar sus crímenes. Tanto el marxismo como el fascismo son ideologías de aventureros.

Inicialmente, la famosa revolución robó a los que tenían propiedades; después ha estado robando a los empobrecidos trabajadores cubanos. Al principio fue sostenida por la Unión Soviética, que compró una base militar y política a las puertas de Estados Unidos; luego, por Chávez. Generalmente, lo que se oculta tras las simpatías castristas es una ambición de poder total, una secreta envidia del totalitarismo.

Fidel Castro.
Los Castro han tenido el apoyo político de todos los que envidian a Estados Unidos y pretenden hacerle responsable del atraso y el subdesarrollo de sus pueblos. Hay que aprender a desconfiar profundamente del antiamericanismo. Cuba supuestamente se liberó de Estados Unidos hace medio siglo, ¿y qué ha conseguido? Pasar de ser uno de los países más prósperos del continente a estar casi al nivel de Haití.

Ningún país democrático puede desconocer los crímenes del castrismo, que han provocado críticas sin precedentes en muchos años. Pero hay una esencial diferencia entre las críticas de Lech Walesa, Václav Havel, José María Aznar o los dirigentes políticos de Estados Unidos, todos ellos enemigos en principio del totalitarismo, y las de los simpatizantes, más o menos abiertos, del régimen cubano, que se ven obligados por las circunstancias a emitir críticas. Hasta el presidente español, Rodríguez Zapatero, tan defensor de los Castro, ha tenido que denunciarlos y pedir la liberación de los presos políticos cubanos.

El asesinato de Zapata Tamayo se produjo a cámara lenta; se prolongó durante meses. Una solidaridad internacional suficientemente vigorosa hubiera podido detenerlo. El mundo tiene que comprender que en Cuba existe una oposición de masas que la dictadura no permite manifestar. No es nada nuevo. Con la excepción de Polonia, en ningún país socialista de la Europa del Este hubo una oposición significativa y visible. Ahora bien, el rechazo a los regímenes comunistas era masivo, y ninguno de ellos sobrevivió a la avalancha de 1989.

En Cuba, bajo una dictadura totalitaria, existen decenas de organizaciones opositoras, y hay centenares de disidentes en las cárceles. De no ser por la ferocidad de la represión, la dictadura cubana sería barrida. Fidel Castro es tan impopular en Cuba como lo era Ceausescu en Rumanía. Y eso explica el pánico gubernamental ante la muerte de Zapata Tamayo, que se tradujo en la detención de decenas de disidentes (a otros se les advirtió de que no salieran de sus casas) y en la petición a los corresponsales extranjeros de que no fueran a Banes a cubrir el funeral. Hubo un increíble despliegue represivo alrededor del pobre entierro, en el que a pesar de todo participaron unas 150 personas dando gritos contra la dictadura.

El acontecimiento fue transmitido en vivo por Radio Martí, una grabación histórica. Entre las heroínas presentes se contaban Melba Santana, Martha Díaz Rondón –promotora de los municipios de oposición– y Ana Belkis Ferrer. Gente como ellas es la única y verdadera representante del pueblo cubano.


© AIPE

ADOLFO RIVERO CARO, editor de En Defensa del Neoliberalismo.

http://exteriores.libertaddigital.com

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