sexta-feira, 12 de março de 2010

Así fue la vida de Casanova

Retrato de Giacomo Casanova

Entre tanta noticia en torno al sufrimiento, se agradece leer relatos como el de un personaje que pasó a los anales de la historia precisamente por todo lo contrario: su capacidad para gozar y disfrutar la vida hasta el punto de apuntalar una expresión tan extendida como piropeante: «Estás hecho un Casanova».

Giacomo Casanova nació en Venecia en 1725. En su infancia sufría a menudo hemorragias nasales y sus familiares pensaban que no viviría mucho tiempo. Pero salió adelante y con fuerza. Tanta que en su pubertad de vez en cuando practicaba el transformismo. Según su biografía, aprendió a leer en menos de un mes, estudió en la Universidad de Padua y en el seminario de San Cipriano, del que fue expulsado por conducta escandalosa. Parece que pronto descubrió su promiscuidad y no tardó en contraer algunas enfermedades venéreas como la sífilis y la gonorrea. Eso sí, aunque las orgías eran populares entre la alta sociedad de aquella época, no le gustaba participar en ellas.

Nuestro amigo era más bien un llanero solitario y viajero sin rumbo que en 1750 ya había trabajado como clérigo (sí, habeis leído bien), secretario, soldado, y violinista en varios países por los que viajó y fue perseguido por sus manuscritos en los que explicaba posturas sexuales "impropias" para la época. De hecho fue acusado y encarcelado en varias ocasiones por brujería. Una de sus huidas lo llevó hasta París donde el azar nuevamente le tenía reservado buenas noticias, convirtiéndolo en millonario gracias a la lotería. Fue entonces cuando conoció a personalidades en la Francia de aquella época como Luis XV, Rousseau o Madame Pompadour. Más tarde acabaría trabajando como espía y conociendo a otros grandes entre los que se encontraba Mozart. Falleció en 1798, no sin antes dejar escritas sus memorias en las que encontramos una vida llena de aventuras, viajes e innumerables encuentros galantes.

Los estudiosos de este personaje coinciden en afirmar, que entre las técnicas que usaba Casanova para conseguir seducir a las mujeres más hermosas de Europa, están un don especial (y nada convencional en un hombre de su tiempo), para dirigirse a las mujeres en condición de igualdad y una especial entrega y generosidad en el placer sexual de cada dama conquistada, relegando a un segundo plano el habitual egoísmo de los hombres del siglo XVIII en este plano.

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